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El microtráfico cala en núcleos familiares inmersos en pobreza

El microtráfico cala en núcleos familiares inmersos en pobreza
17 de abril de 2013 - 00:00

17-4-13-tipodedrogaincautadaEn lo que va del 2013 la Policía Antinarcóticos ha realizado al menos 940 operativos de microtráfico a nivel nacional. Se detuvo a 1.236 personas, entre ellas 196 mujeres y 124 menores de edad que han  sido aislados.

Las cifras confirman un dato que preocupa a las autoridades: la utilización de menores en este ilícito negocio va cuesta arriba. Y lo peor es que son los propios padres los que involucran al núcleo familiar en este “negocio”.

Con apenas 11 años, una pequeña de piel clara y cabello negro, que camina con rapidez por las calles del Centro Histórico de Quito, forma parte obligada de esa red de expendedores de droga.

Ella, sus padres y sus hermanos son miembros de una de las bandas dedicadas al microtráfico en mercados y plazas en la Capital. Cuando ve a la Policía desaparece en cuestión de minutos, pues conoce muy bien las calles del lugar y los sitios en los que se puede esconder.

Su historia no es muy lejana a la de una niña de aproximadamente 7 años, que a inicios de este mes se asustó al ver a la Policía mientras cumplía con una entrega de varios paquetes de cocaína en el suburbio de Guayaquil. Ella arrojó las envolturas y trató de huir a casa. La Policía detuvo a los adultos que la utilizaban para esa entrega.

Además, quienes se dedican a este “negocio” trabajan en sitios concurridos, como bares, discotecas y exteriores de unidades educativas. En los grupos “élites” existen distribuidores y subdistribuidores, quienes  expenden cocaína y éxtasis “a domicilio”. Por eso la Policía investiga la presunta existencia de una red telefónica involucrada en esta operación.

El Crnl. Fredy Ramos, subdirector nacional de la Unidad Antinarcóticos, indica que el transportista que ingresa con la droga desde Perú y Colombia la  entrega a los distribuidores mayoritarios, es decir a los “mandos operativos” de las bandas que lideran este negocio.

Posteriormente los paquetes grandes son divididos y pedaceados en dosis que llegan a los expendedores y subexpendedores. Esta cadena termina cuando la droga llega a manos del consumidor.

Incluso, en cada zona donde se vende drogas “al menudeo”, la Policía ha identificado ya que la colocación de zapatillas en los cables de luz es el signo que indica que el sector ya está abordado por alguna banda de microtráfico.

El consumo de droga, según los datos del observatorio del Consejo Nacional de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep), se inicia entre los 13 y 14 años. Se estima que en el Centro Histórico de la capital operan unos 150 expendedores. En la esquina del coliseo Julio César Hidalgo los agentes tienen identificadas a 30 personas que se dedican al microtráfico.

Moradores de los barrios en donde la Policía detiene a expendedores, dicen que al siguiente día otras personas toman la posta del expendio.

Además, los mercados de la capital se han convertido en centros de expendio, pues la Policía ha encontrado estupefacientes escondidos en los puestos de verduras y frutas, de donde mujeres y niños, en su mayoría, los recogen para entregarlos a los consumidores.

En los cinco primeros meses del 2012 se decomisaron cerca de 2 mil gramos de marihuana, heroína y cocaína en la capital, es decir cerca de 1’500.000 dosis, que puestas en el mercado tienen un valor de casi 1,6 millones de dólares.

LOS MERCADOS PARA LAS VENTAS DE DROGAS SE DIVERSIFICAN

Fernando Carrión, especialista en temas de seguridad, considera que  el consumo de narcóticos se ha globalizado y que en los últimos cuatro años en Ecuador aquello se ha manifestado de manera mucho más fuerte, convirtiendo al país en un espacio internacional de entrada y salida de drogas. “Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, por Ecuador pasan, en promedio, 270 toneladas de narcóticos, y esto influye en el consumo interno”, explica el especialista.

La comercialización de las drogas a manera de microtráfico ya no es sustentada con  el pago de dinero, sino con el pago en sustancias: del total de paquetes entregados, un 10%, son la paga del distribuidor.

Las redes criminales de exportación de narcóticos crean una zona de consumo, mas no de producción, así se amplía el mercado, porque lo que se hace es vender a consumidores “emergentes” que luego serán consumidores habituales.

Carrión explica que  estas organizaciones grandes buscan trabajar con familias, porque es una manera de incluir a todos, evitando así posibles “filtraciones”. Aparte  subcontratan a bandas locales a manera de tercerización  para el expendio.

Una vez que los mercados se han  diversificado, el expendio se amplía a través del  internet, de contactos, de  entregas a domicilo, lo que implica también una estrategia de seguridad por parte de las bandas, para poder ejecutar el delito.

Existe una gran división del trabajo: los que comercializan, los contactos, los que brindan seguridad, etc. Los captadores de expendedores  buscan cierto tipo de perfil para reclutar gente, basados en una inteligencia criminal. Para ellos, dice, “es mejor tener jóvenes que entreguen la droga a jóvenes”. afirma.

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