En las décadas del 20 y 30, en Estados Unidos regía la prohibición de venta de alcohol, lo que dio origen a las grandes bandas delictivas, muchas de ellas de tipo familiar y especialmente ligadas a los inmigrantes italianos sureños, como los sicilianos y los eslavos, para todos ellos el gansterismo era como cumplir el sueño americano de prosperidad.

En 1919 el Congreso estadounidense aprobó el Acta Volstead, que declaraba ilegal la fabricación, distribución, consumo y venta de alcohol, por la cual todos los bebedores de alcohol pasaban a ser criminales.

Estos grupos delincuenciales armaron negocios muy lucrativos al margen de la ley. Clandestinamente se enriquecieron muchos líderes de estas bandas. Chicago se convirtió en la sede de múltiples asesinatos producto de rivalidades, ambiciones y ajustes de cuentas.

Aparece Al Capone y gana poder

En medio del caos emergieron los capos que aterrorizaron a la gente y entre estos el más conocido fue el neoyorquino Al Capone, quien llegó a ser un auténtico rey de las calles. Su nombre completo fue Alfonso Gabriel Capone, y la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) trabajó años para capturarlo. Su actividad al margen de la ley comenzó desde los 14 años cuando abandonó la escuela para integrar bandas juveniles hasta que el líder neoyorquino Johnny Torrio lo consideró, en 1919, un buen aliado para sus negocios en Chicago y lo empezaron a llamar ‘Cara cortada’ por la cicatriz que le había dejado una chica en un bar al cortarlo con una navaja.

Mientras el Gobierno estadounidense ponía cada vez más énfasis en la ley seca, el negocio de la venta de licor era de lo más rentable. El retiro de Torrio por un atentado le abrió la posibilidad al mafioso Al Capone de convertirse en el hombre más poderoso de Chicago, incluso más que el propio alcalde de la ciudad y tenía solamente 26 años.

Aniquiló a sus enemigos

El apogeo del automóvil, la ametralladora Thompson que se la guardaba en fundas de violines y el desarrollo del teléfono transformaron la organización de Capone, así logró ampliar sus dominios y liquidar a los posibles y nacientes competidores.

Al Capone manejaba sus actividades desde una planta del hotel Lexington, en Chicago. Sus hombres armados vigilaban el vestíbulo. El 14 de febrero de 1929, día de San Valentín, ordenó el asesinato de sus rivales, para ello envió a su gente vestida con uniformes policiales. Las víctimas fueron puestas contra la pared, de espaldas y ametralladas.

Surgen ‘Los Intocables’

Ante la queja ciudadana por la serie de asesinatos, las autoridades federales pusieron en marcha una ofensiva que comenzó en septiembre de 1929, cuando se nombró al agente federal Eliot Ness como jefe de la fuerza especial anti-Capone. La integridad del grupo le valió el apodo de ‘Los Intocables’.

Manny Sullivan era un traficante de whisky que había ganado miles de dólares con un mínimo esfuerzo. Su carrera criminal pasó a la historia porque su juicio fue el antecedente que la Suprema Corte utilizó para después tener un arma contra Capone. Ness no había podido demostrar su actividad delictiva y vincularlo con los asesinatos.

Una estrategia ingeniosa

Capone no se enteró de la existencia del caso Sullivan y nunca sospechó que un grupo de agentes impositivos había empezado a trabajar en secreto. El investigador Elmer Irey lideraba el equipo que comprobó que Capone jamás había presentado una declaración de bienes y no registraba ninguna propiedad a su nombre, pero a la vez tenía un fastuoso nivel de vida y gastaba dinero con la misma velocidad con la que mataban sus pistoleros.

Este grupo siguió al gánster por meses para recolectar comprobantes de cada uno de sus gastos, hasta que el mismo Irey tomó una decisión audaz: la de sacar al mafioso de circulación por un tiempo para poner infiltrados en la organización criminal. En mayo de 1929, Capone fue detenido cuando entraba en un cine de Atlantic City, por portación ilegal de armas y estuvo un año preso.

El investigador usó ese tiempo para infiltrar a dos agentes en la organización de Capone. Uno de ellos consiguió que el lugarteniente de ‘Cara cortada’ le revele que la Policía había incautado un libro con registros de juego clandestino.

El libro sirvió para demostrar que Capone había tenido ganancias sobre las que no había tributado. Hallaron a los contadores que habían llenado esos libros, Leslie Shumway y Fred Reis, quienes declararon contra el gánster. Capone salió de la cárcel en marzo de 1930, sin saber de la indagación.

El 5 de junio de 1931 fue notificado de los 22 cargos en su contra por evasión impositiva, por un total de $ 200.000, dinero que era nada para quien obtenía $ 50 millones anuales. Sus abogados intentaron llegar a un acuerdo con el fiscal George Johnson. Sin embargo, el juez James Wilkerson se opuso.

Juicio y condena

El 6 de octubre empezó el juicio. Capone apareció vestido con un discreto traje azul, sin su clásico anillo de diamantes. Sus hombres habían sobornado a los 17 miembros del jurado. Cuando entró en la sala de la Corte Federal de Chicago, el juez Wilkerson dio una orden insólita: “En la sala de al lado está empezando otro juicio. Lleven para allá a los integrantes de este jurado y traigan a los que están allí”. Capone se quedó helado.

El 17 de octubre de 1931 llegó el momento de los alegatos. Tras 9 horas de debate, el jurado declaró a Al Capone culpable de 3 cargos. Una semana después lo condenaron a 11 años de cárcel. El mafioso padeció un declive físico y mental. Tras salir libre murió el 25 de enero de 1947. Su tumba está en el cementerio de Monte Carmelo, en Hillside, en el oeste de Chicago. (I)