“Son ciudadanos útiles de la Patria. El Estado dedica buena parte de su presupuesto para velar por la calidad de vida del militar…”. Con esas palabras, el obispo castrense Miguel Ángel Aguilar rindió hoy un homenaje a los militares ecuatorianos a propósito del Día Clásico del Ejército Ecuatoriano.

El acto se ofreció en presencia de altas dignidades como el presidente de la República Rafael Correa; la ministra de Defensa María Fernanda Espinosa, quien se ubicó junto a las altas dignidades del mando militar como el jefe del Comando Conjunto, Leonardo Barreiro y el jefe del Ejército, Jorge Peña.

El tedeum solemne (misa que se ofrece en los actos oficiales por una fiesta patria) se ofreció en La Catedral Metropolitana de Quito (centro histórico de Quito), con la presencia de uniformados que atendieron con fervor el sermón del Obispo.

Cada una de los instantes del acto religioso se envolvió de simbologías. A un lado del sacerdote se instaló una cruz envuelta con balas y en la parte superior, un casco de los combatientes, en signo de lo que representa la vida militar. “Celebren con gusto un día clásico y comprométanse a respetar la Constitución y sus leyes”, finalizó Aguilar en su discurso del evangelio.

En el acto no pudieron faltar las súplicas, a cargo de varios miembros de la armada. Hubo seis oraciones de las cuales se pidió bendiciones por los 10 años de labor que cumplió el obispo dentro de su cargo, también por la paz de los ecuatorianos y por aquellos uniformados que se encuentran lejos de su familia por cumplir con la patria.

El acto de la paz fue otro momento lleno de gozo, a cargo del cántico “La canción de la Alegría”, en donde el primer mandatario se acercó a ofrecerle un abrazo a la ministra de Defensa, un saludo al cuerpo militar y a dos niños que se acercaron a estrecharle su mano.

Luego de que el mandatario comulgó, el obispo ofreció la bendición a los asistentes y a gradeció por la oportunidad de orar por los militares.

Al salir de la Catedral, el primer mandatario -bajo un fuerte resguardo- no perdió la oportunidad de saludar a sus simpatizantes que lo esperaron afuera del templo. Minutos depués ingresó al Palacio de Carondelet.