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El Telégrafo

Los tsáchilas festejan la fiesta del Kasama con nuevo dirigente (GALERÍA)

Javier Aguavil (33) celebra, con la comunidad tsáchila, su nueva designación y el inicio del nuevo año. Su objetivo es seguir luchando por mantener viva su cultura y consolidar proyectos de educación y turismo comunitario. Foto: Andrés Darquea.
Javier Aguavil (33) celebra, con la comunidad tsáchila, su nueva designación y el inicio del nuevo año. Su objetivo es seguir luchando por mantener viva su cultura y consolidar proyectos de educación y turismo comunitario. Foto: Andrés Darquea.
21 de abril de 2014 - 00:00

Carla Badillo Coronado

UNO

Para el resto del país, el pasado 19 de abril fue Sábado de Gloria: los católicos rememoraron la muerte de Cristo y los no creyentes disfrutaron de un feriado que les permitió  -al menos por un momento- desconectarse de la rutina. Pero para la nacionalidad tsáchila ese mismo día, en la pequeña comunidad Colorados del Búa, a 15 kilómetros de Santo Domingo y a 3 horas de la capital, se llevaba a cabo el evento más importante de su etnia: El Kasama o inicio del año nuevo. 

El Kasama (que en lengua tsa’fiqui significa, literalmente, ‘Nuevo amanecer’)  congrega cada año alrededor de 4.000 personas que llegan, principalmente, desde Chiguilpe, El Poste, Los Naranjos, Otongo-Mapalí, Cóngoma y Peripa, que, con Colorados del Buá, conforman las 7 comunas tsáchilas de la provincia.

Si bien la celebración está ligada a la reflexión, las raíces, la unión familiar y el agradecimiento a la naturaleza, en esta ocasión tuvo un marcado sentido político ya que coincidió con la posesión del nuevo gobernador de la comunidad tsáchila, Javier Aguavil (33), quien, luego de varios rituales como el paso del bastón de mando o la colocación del tradicional ‘misilí (corona de algodón) por parte de su madre, Estela Aguavil, explicó su plan de trabajo y  lo entregó a las autoridades presentes, entre ellos el alcalde de Santo Domingo, Víctor Manuel Quiroga, y el representante de la Secretaría Nacional de Gestión de la Política, Xavier Burbano, a fin de contar con su apoyo en los próximos 4 años.

“Estimo que es hora de institucionalizar la Fiesta del Kasama, queremos que se la declare como Patrimonio Cultural, que se convierta en la fiesta de la provincia, pues ha sido símbolo de nuestra resistencia a lo largo del tiempo y de la lucha por mantener viva nuestra lengua y tradiciones”.
Tras la intervención de Aguavil se dio paso a una serie de actos, concursos y juegos tradicionales donde la música, desde luego, estuvo presente, como ese hilo mágico que une el corazón de todas las culturas.

DOS

¿Pero cuándo empieza el Kasama?
Eran las 03:00 cuando  un grupo de yachaks (hombres y mujeres sabios) dieron inicio a su nuevo año con una ceremonia ancestral,  al pie del río Waqua Pi-Talú, un momento crucial para los tsáchilas puesto que el baño de purificación significa entrar limpio, renovado y bendecido al nuevo ciclo.

Tras un lapso de reflexión y cantos, los tsáchilas se prepararon para despuntar el día, organizándose a lo largo del espacio con estands  (algunos con el apoyo del Ministerio de Turismo) de artesanías,  la mayoría hecha a base de semillas, así  como cabañas donde se ofrecían  comidas típicas, como el pescado envuelto en hojas de plátano o el mayón (gusano asado), acompañado del tradicional malá (bebida fermentada de maíz molido con caña de azúcar), preparado una semana antes y cuya elaboración está a cargo de las mujeres tsáchilas.

A las 10:30 -y con un sol que a la mayoría obligó a refugiarse bajo las carpas dispuestas en el centro del recinto- se dio paso a otra ceremonia para abrir oficialmente el evento. Un curandero dispuso una tela blanca, varias piedras y, tocando un pequeño tambor, soplaba un preparado a base de alcohol y plantas medicinales.

Enseguida se dio paso a la posesión del nuevo gobernador. Javier Aguavil hizo su entrada acompañado de una delegación de aproximadamente 20 familiares, entre ellos su esposa y sus 2 hijos, que lo acompañaron hasta la tarima central. Sus coloridas vestimentas y su frente en alto infundían respeto.

Uno de los momentos más emotivos fue cuando su tío, Héctor Aguavil, le entregó el bastón de mando y compartió su historia.
“Yo también fui gobernador alguna vez. Este bastón de chonta estuvo en mi poder 4 años. En ese entonces tuve una visión, supe que Javier llegaría a ser líder de nuestro pueblo, por eso lo conservé. Que toda la sabiduría guíe tus pasos”.
De igual manera brazaletes, corona y banda fueron entregados.

Una vez terminado el acto formal grupos de danza se adueñaron del escenario, y de rato en rato se alternaban con los concursos tradicionales, como la toma del malá, que consistía en beber un pilche lleno de esta bebida en el menos tiempo posible.
Mientras tanto, los curanderos atendían a los visitantes, quienes se acercaban para remediar alguna dolencia. Una de las medicinas más recomendadas fue el agua de culebra (anticancerígena y energética), cuya elaboración toma, nada más y nada menos, 2 años.  

TRES

¡Viva el Kasama! ¡Viva nuestra cultura tsáchila! gritaban los ancianos de la comunidad y los niños, a su alrededor, los imitaban. Tantas generaciones unidas por un mismo sentimiento, una misma lucha.
En efecto, un año nuevo empezaba en ese rincón del mundo, pero  el sonido de la marimba era tan antiguo como la mirada de todos quienes en él, una vez más, se reconocían.

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