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El Telégrafo

El día en que los tsáchilas eligieron a su líder más joven

Graciela Calazacón deposita su voto en las elecciones de gobernador tsáchila, realizadas el sábado 15 de marzo en las 7 comunas registradas de esta nacionalidad. Foto: ANDRES DARQUEA | El Telégrafo
Graciela Calazacón deposita su voto en las elecciones de gobernador tsáchila, realizadas el sábado 15 de marzo en las 7 comunas registradas de esta nacionalidad. Foto: ANDRES DARQUEA | El Telégrafo
30 de marzo de 2014 - 00:00

La intensa lluvia que cae sobre la tierra tsáchila no detiene el largo camino de Alexandra Calazacón, quien salió muy temprano desde su casa para elegir al nuevo gobernador de su etnia. Son las 07:30 y por cerca de 25 minutos atraviesa una vía  empedrada y lodosa que la lleva al colegio Enrique Terán.

Este amplio lugar, ubicado en la comuna Chigüilpe, fue asignado por la Junta Electoral Tsáchila para acoger a 209 electores empadronados.

Chigüilpe es uno de los 7 extensos y fértiles territorios que esta nacionalidad indígena tiene, pero que, geográficamente, está más cerca del mundo occidental. En vehículo, el viaje a la ciudad de Santo Domingo toma apenas 15 minutos.

Para entrar a Chigüilpe se debe tomar una vía que inicia en el  kilómetro 7 de la ruta a Quevedo. Allí  se divisa un gran letrero con la fotografía de un grupo de tsáchilas. Desde ese lugar se aprecian varios establecimientos comerciales y moteles que dan inicio a un camino que sale de lo urbano.

Recorriendo varios metros, se empieza a apreciar pequeñas casas de cemento combinadas con caña guadúa, rodeadas de árboles y cultivos de frutos como la piña. El camino está saturado de anuncios de yerbateros que ofrecen solucionar problemas de salud y hasta dicen que mejoran la suerte. Los interesados pueden solicitar una purificación o limpia al chamán.

Luego de recorrer 4 kilómetros más, el reloj marca las 08:00 y la lluvia hace que la humedad se incremente. Alexandra se protege de la tempestad y espera de pie en el corredor del aula, donde se prevé que funcionará una junta receptora del voto.

Ella y varias de sus compañeras de la comuna usan un ‘tunan’, (en lengua tsafiqui, faldilla de colores). Es la vestimenta propia de esta etnia. La mujer adorna su cuello con un collar conocido como ‘win’ (es el  adorno característico de las mujeres tsáchilas).

Algunas ya han dejado esta tradición y utilizan zapatos de taco alto y blusas. Lo mismo ocurre  con los hombres. Muy pocos se untan  achiote en su cabello, característica indiscutible de esta nacionalidad.
Hay pocos que utilizan la faldilla,  conocida también como ‘mampé tsampé’. Es un taparrabos de rayas horizontales de colores azul y blanco. Muchos han adquirido la indumentaria y reconocen que atraviesan por un proceso de occidentalización.

Alexandra se desanima junto a otros comuneros cuando miembros de la Policía anuncian el aplazamiento del sufragio por un corto lapso ya que las autoridades electorales no llegan para abrir los comicios. Los uniformados piden paciencia a todos y repiten que sí se realizarán los comicios.
Sin que la lluvia deje de caer, y tras esperar cerca de una hora y media, una camioneta particular arriba con los miembros de la junta electoral, además de las papeletas y otros documentos.
Alexandra y varios compañeros  reclaman por la demora y lo mismo hacen los delegados asignados por los 4 candidatos ya al interior del aula.

Con pesar, los integrantes de la junta electoral argumentan que el mal clima  impidió trasladar a tiempo el material a todas las alejadas comunas. Dos delegados del Consejo Nacional Electoral (CNE) los acompañan. Los funcionarios aclaran  que ellos no lideran este proceso que se realiza cada 4 años, que solo son observadores.

Mientras se levantan las  2 mesas receptoras del voto, la pared lateral del salón de clases llama la atención de los occidentales, por sus coloridos dibujos. Son paisajes y retratos de las costumbres de los tsáchilas.

Los encargados del proceso muestran a los observadores que las urnas están vacías. El reloj ya  marca las 10:05 y Pedro Moreno, delegado del CNE,  da la voz de inicio e invita a los asistentes a sufragar.

Entre las primeras en hacerlo está Graciela Calazacón, una de los 4 candidatos e hija del difunto Nicanor Calazacón, quien fue el último gobernador vitalicio de la nacionalidad hasta 1996.

Vestida con una  ‘tunan’ de colores y un chal blanco emitió su voto  de forma secreta. Ella es la primera mujer tsáchila en postularse para esa dignidad, que inició en 1971 cuando el Gobierno Nacional reconoció a su abuelo, Abraham Calazacón, como gobernador. En 1975, cuando se aprobaron los primeros estatutos internos, se le dio al cargo la calidad de vitalicio.

Con orgullo Graciela cuenta que él fue considerado un científico vegetalista y a escala nacional e internacional como el mejor curandero naturista. En su idioma tsafiqui, Calazacón fue un ‘pone’ o chamán en el mundo indígena.

Hay todo un relato al respecto. El ‘pone’ ejercía tareas de dirigente, sacerdote y médico. El más destacado por sus conocimientos herbolarios ejercía el cargo de gobernador, nombramiento que era vitalicio y hereditario.

En la actualidad y debido a la influencia occidental, el gobierno de la nacionalidad se basa en el derecho. De acuerdo a sus estatutos, que fueron reformados en una Asamblea General Extraordinaria el 17 de diciembre de 2001, se resolvió cambiar el concepto de ‘indios colorados’ a la Nacionalidad Tsáchila. Con ello se pasó de un gobierno vitalicio, muy parecido a una monarquía,  a uno de elección popular mediante votación universal.

Graciela no deja de sonreír junto a sus familiares, lo hace cada vez que es cuestionada sobre sus planes de trabajo. Dar prioridad a la igualdad de género, coordinar con el Gobierno para mejorar el servicio de salud y vialidad, fomentar el turismo, son sus principales propuestas.
Avanza la jornada y el proceso electoral transcurre con normalidad en Chigüilpe. La lluvia ya deja de caer  y leves rayos de sol aparecen en el escenario.

No es el único recinto. En la misma vía a Quevedo, 7 kilómetros más allá de los letreros de moteles y curanderos, está  Cóngoma.
Las casas de los ciudadanos mestizos se destacan en la entrada a la comuna. Seis kilómetros más allá está la escuela. Ahí unas 15 personas hacen fila para sufragar.

En ese grupo está   Cintia Aguavil. Es la presidenta de la Junta Electoral Provincial del CNE y absolve cualquier duda de ciudadanos o periodistas. Lanza el dato de que son 1.375 tsáchilas empadronados por los dirigentes de las 7 comunas.

Allí también está el actual gobernador, Gumersindo Aguavil, quien conversa con sus familiares a un costado de la junta electoral. La autoridad tsáchila luce el cabello pintado de achiote, dando forma al ‘mumuka’ (peinado tradicional) y sobre su cabeza se aprecia la ‘misilí’ (corona de algodón), en su hombro usa un ‘nanun panu’ (pañuelo de color verde).

Cada vez que puede habla de su gestión. Dice haber planificado obras y reformas a los estatutos ante la Asamblea Nacional para lograr un presupuesto para su nacionalidad.
La vialidad es una de las mayores preocupaciones de sus miembros, quienes en su mayoría son agricultores y exigen caminos para sacar sus productos.

Otro hito, cuenta, fue   abrir la primera radio comunitaria llamada Somba Pa-Min (Hablando Fuerte). La radio, lo dicen todos, es un éxito entre la nacionalidad.
El proceso transcurre con normalidad y ya para las 14:00 todos han votado. Las urnas se cierran en las 7 comunas: Chigüilpe, Otongo Mapalí, Peripa, El Poste, El Búa,  Congoma y Los Naranjos. Las vías que llevan a  Quevedo,  Quinindé y  a Chone se llenan de camionetas que transportan las ánforas.
La Junta Electoral Tsáchila termina el escrutinio a las 17:00 y el clima en Santo Domingo continúa variable.

A pesar de   una leve  llovizna, allí están los candidatos  Graciela Calazacón, Gumersindo Aguavil, Javier Aguavil Aguavil  y Julio Calazacón. Ellos  esperan los resultados en el edificio de la Gobernación Tsáchila.
Walter Aguavil, presidente de la Junta, con un documento en mano anuncia que con 509 votos, el nuevo gobernador es  Javier Aguavil,  de la Comuna Otongo Mapalí. Con sus 34 años de edad se convirtió en el  gobernador más joven que ha tenido la nacionalidad tsáchila. Los 4 anteriores superan los 50 años.
Aguavil agradece su designación y ofrece  un discurso  en tsafiqui. Emocionado espera contar con la dirección y consejos de los ‘pone’ de sus comunas.

Entre sus retos están: la defensa territorial, impulsar proyectos de fortalecimiento organizacional y urge la búsqueda de un presupuesto directo para la nacionalidad.  El gobernador saliente también está en el lugar. Pide dar continuidad a temas tratados con el Gobierno, como la creación de la Escuela del Milenio, la descontaminación de los ríos  y la recuperación de 700 hectáreas que pertenecieron a sus ancestros y fueron comercializadas.

La noche cae en Santo Domingo y todos ahora esperan que llegue el día de la posesión, en mayo.

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