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La influencia española está representada en el origen de las actividades ecuestres

La fiesta regional del montubio (II)

La fiesta regional del montubio (II)
15 de febrero de 2015 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

La Fiesta del Montubio no siempre fue bien valorada en sus intenciones, sobre todo entre ciertos sectores políticos e intelectuales. El escritor José de la Cuadra, miembro ilustre del  ‘Grupo de Guayaquil’, la criticó duramente, advirtiendo cierta orientación fascistoide: “Guayaquil -la capital montuvia- ha establecido fiestas anuales a las que han bautizado de fiestas montuvias. Desde el agro se trae a la soga unos cuantos hombres palúdicos, vestidos caricaturescamente como gauchos, como rotos, como pelados, como se le antoja al patrón remitente, y se los exhibe al público ludibrio en cualquier escenario de teatro. Se busca una muchacha guapa y se la elige para Madrina, haciéndole presidir el irritante espectáculo. Por supuesto, en las tales fiestas se percibe una no declarada intención fascitizante, por ventura ya denunciada” 1.

Es comprensible la posición ideológica del miembro del ‘Grupo de Guayaquil’, por su filiación marxista, en el contexto de la lucha contra el fascismo que se irradiaba desde la Península Ibérica a todo el mundo. Sin embargo, era importante que se reivindique el ancestro montubio de los costeños y eso lo entendió perfectamente Rodrigo de Triana, después de la Revolución Juliana de 1925, cuando se produjo un repliegue de las fuerzas políticas de Guayaquil, en un momento en que la banca porteña se convirtió en blanco de ataques de los llamados ‘gobiernos julianos’ y particularmente de Luis Napoleón Dillon, por la grave crisis económica que vivía el país y que fue resultado, en parte, de la especulación financiera de los bancos guayaquileños, quienes eran los principales acreedores del Estado.

Fiesta y rodeo

Pero si bien hubo evidentes motivaciones políticas en la organización de la ‘Fiesta Regional del Montuvio’, creemos que la popularidad que rápidamente alcanzó se debió a que existía una  identificación real con la cultura montubia, es decir, una demanda social de reconocer, en lo montubio, las raíces de la identidad costeña y ecuatoriana.

La tesis que Rodrigo de Triana esgrimía sobre la superioridad de lo montubio frente a lo indígena como símbolo de afirmación de la nacionalidad ecuatoriana se remitía a una consideración eugenésica que lo concebía como “el personaje altivo de la raza ecuatoriana”, en contraposición al indígena serrano, pues, aunque no hay directas alusiones en su contra, se insinúa que el indígena no representa íntegramente la altivez del ecuatoriano.

Durante la permanencia de la Fiesta se visibilizó el rodeo montubio como una novedad entre los urbanos, aunque también se la organizó en algunas haciendas de las provincias de Guayas, Manabí y Los Ríos, con la intención de institucionalizarla.

La ‘Fiesta Regional del Montubio’ fue un verdadero suceso para la ciudad-puerto, especialmente en los primeros años. En el periódico El Montuvio, órgano de la Asociación Regional del Montuvio (organizadores del evento), observamos que en 1930 se amplió la convocatoria con eventos complementarios como las exposiciones artísticas de Enrico Pacciani y Antonio Bellolio, así como del fotógrafo chileno Younis Murad -quienes presentaron pinturas y esculturas de estilo ‘criollista’-, un homenaje al Cuerpo de Bomberos, proclamación de la Madrina Criolla en el Teatro Edén, actividades que precedieron al desfile y rodeo montubio que se celebró el 12 de octubre. Luego del desfile de los montubios por el bulevar 9 de Octubre, en el American Park.

Influencia extranjera

Por otro lado, resulta interesante observar que en la estética del rodeo montubio asoman dos influencias extranjeras que habría que considerar: una española y otra mexicana.

La influencia española está representada en el origen de las actividades ecuestres, así como en la afirmación de un mestizaje orgulloso de su ancestro hispano, implícito en la ‘campaña criollista’ de la ‘Fiesta Regional del Montuvio’. Por otra parte, parece que se acostumbraba a ejecutar música española en la ‘Fiesta del Montuvio en las décadas del 20 y 30, como se lee en la nota anterior, respecto al bolero que se bailó ante la “tribuna de honor” y que fue marcado rítmicamente por el galope de los caballos. Si conocemos que el bolero mexicano se popularizó en Ecuador a partir de 1940, el bolero bailado en el rodeo de 1930 indudablemente era de origen o inspiración española, pues aunque haya sido compuesto por un autor ecuatoriano, desde el siglo XIX hasta al menos las tres primeras décadas del siglo XX, el tipo de bolero que se escuchaba era el español, ya que allí nació el género. 2.

Lo mexicano, en cambio, aparece al menos desde la década del 20, como se desprende de noticias periodísticas relacionadas con el criollismo. En un anuncio publicitario suscrito por la Asociación Regional del Montuvio, en 1940, también se menciona el ascendente mexicano, a propósito de la fiesta del 12 de octubre: “rindiendo pleitesía al valor y destreza del montuvio litoraleño, quien realizará formidables pruebas campiranas de mucho valor, tal como se estila en los campos de México y otras naciones de espíritu eminentemente vernacular”. 3.

1. José de la Cuadra, El montuvio ecuatoriano, Quito, LIBRESA/Universidad Andina Simón Bolívar, 1996, p. 43.

2. Pablo Guerrero Gutiérrez, Enciclopedia de la Música Ecuatoriana, Tomo I, Quito, CONMUSICA, 2002, pp. 331-332.

3.  “Invitación”, El Universo, Guayaquil, viernes 11 de octubre de 1940, p. 8.

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