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Los asaderos de pollos y quienes gustan de la carne asada son los principales compradores

El carbonero de Guayaquil vive en la periferia

El carbonero de Guayaquil vive en la periferia
16 de agosto de 2015 - 00:00 - Mayra Pilco. Estudiante de la ULVR

Las estampas del Guayaquil antiguo dan cuenta de la existencia del carbonero. Aquel personaje que recorría gran parte de la ciudad ofreciendo carbón para cocinar. Era la época en donde poco se conocía de las cocinas con mecha y keroseno; mucho menos las de gas o las de inducción que ya están en el mercado.

En el Suburbio Oeste, exactamente en la 14 y la B, habita Juan José Criollo, conocido como ‘Carboncito’ o ‘Luchito’. Él recorre en su carreta halada por su burro ‘Lorenzo’ las calles del sector ofreciendo carbón. Sus principales compradores son los propietarios de asaderos de pollo o las personas que gustan de la carne asada al carbón.

Criollo llegó a Guayaquil en compañía de sus padres cuando tenía 5 años. Empezó a repartir carbón a los 15 años, sin imaginar que la actividad se mantendría por muchos años más. Ahora, con 57 años, sigue recorriendo las calles de El Cisne 2.

Durante 3 décadas ha vivido en el Suburbio Oeste. Su jornada empieza a las 05:00, cuando camina al mercado San Vicente de Paúl en busca de hierba para ‘Lorenzo’, el burrito que lo acompaña hace 15 años.

Su primera clienta es María Yungan, quien vende tripa asada en la 25 y Cristóbal Colón. Cuando hace sonar la campana sus clientes salen con fundas y sacos a comprar carbón.

La funda llena cuesta $ 1. Otros piden un saquillo que vale hasta $ 3 o lo compran en balde. Todo según lo que pida el cliente. Luchito termina su recorrido a las 13:00 en el sector La Chala.

Cuenta que gracias a su trabajo sus hijos lograron estudiar y que ahora son profesionales. Ellos viven aparte, cada uno con su familia. Luis está separado de su esposa. Pero así sin muchas necesidades siempre está listo para trabajar. (I)

Los mayoría de los clientes viven al sur de la ciudad

“No se trata de denigrar a las personas que habitan en el sur, pero en estos sectores hay mayor demanda de carbón”, dice José Criollo. “Mi recorrido abarca no más de 20 cuadras a la redonda y en ese espacio tengo cerca de 100 clientes. Esto demuestra que, a pesar de que existen muchas formas de cocinar, un gran número de personas prefiere la comida al carbón”. “No hay nada como una carne asada -afirma María Yungan-, por eso el negocio sigue en boga”. (I)

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