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El Telégrafo

Dos formas de vivir

Dos formas de vivir
14 de julio de 2018 - 13:02 - Esteban Ávila

Se acaba el Mundial y el título se definirá en el escenario central de Luzhniki. Franceses y croatas llegan rompiendo apuestas, sobre todo por el lado de los eslavos. No haberlos tomado en cuenta como candidatos delata esa miopía tan latina, la que apenas nos permite distinguir protagonistas verdaderos fuera de nuestros afectos y desafectos.

Para no caer en la necesidad de forzar enfrentamientos (como el famoso "choque de estilos" de los técnicos) valdrá la pena analizar la final de la Copa del Mundo desde la óptica de la composición de cada equipo y cómo en la misma tiene repercusión el camino que cada sociedad, la francesa y la croata, ha seguido en los últimos tiempos.

Por el lado francés, la presencia de jugadores con ancestro en las colonias y otros territorios fuera del área continental está latente desde el Mundial de 1930. Ya analizamos eso alguna vez. En un inicio, la presencia de este contingente delató el poderío imperial. Luego, a partir de los años 90, dejó en evidencia otra realidad mucho más dramática: la del desarraigo involuntario. Los hijos de Malí, Senegal, Congo, Camerún, el centro de África escaparon hacia la metrópoli para huir de la guerra, el hambre y la violencia. De ellos nacieron los Kanté, Pogba, Mbappé, franceses de primera generación. Lo que sus padres hicieron no fue "migrar" en el sentido más simple del término. Fue, muchas veces, escapar para salvar la vida.

Los croatas también participan de las realidades más duras. Provenientes de una nacionalidad milenaria, en los tiempos modernos fueron obligados a encajar en ese crisol llamado Yugoslavia, con pueblos con escasa vida en común y con un único y personalísimo factor de unidad, que tiene nombre y apellido: Josep Broz Tito. Muerto Tito, en 1980, el reloj empezó a marcar la cuenta regresiva del enfrentamiento bélico como paso previo a la atomización y al final del sueño de integración nacional.

Entre el refugio, la muerte y el desplazamiento se fue criando una estirpe que no traicionó lo que, deportivamente hablando, mostró la vieja Yugoslavia en todos los campos. Ya en su primer Mundial, con el olor a pólvora todavía en el aire de Zagreb, los croatas y su singular camiseta ajedrezada terminaron terceros en el podio. Hoy, la herencia de Suker, Bovan, Prosinecki muestra orgullosa que, más allá de los resultados, nunca mermó su talante competitivo.

Así, dos sociedades europeas saltan a la cancha de Luzhniki con la carga de un frenético pasado reciente. Que el fútbol sepa decidir al mejor campeón posible.

PD: Se fue Don Alfonso Laso Bermeo, presencia perfecta en los Mundiales desde 1954 y 2006, dueño de voz y estilo periodístico que marcaron época. Una pérdida dolorosa. Paz en su tumba y conformidad para su familia. (O)

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