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El Telégrafo

El Barça acelera la búsqueda del sustituto de Luis Enrique

Luis Enrique se mostró preocupado tras la goleada que le propinó el PSG el martes pasado en el estadio Parque de los Príncipes. El resultado deja al borde de la eliminación de Champions a los catalanes.
Luis Enrique se mostró preocupado tras la goleada que le propinó el PSG el martes pasado en el estadio Parque de los Príncipes. El resultado deja al borde de la eliminación de Champions a los catalanes.
Foto: AFP
18 de febrero de 2017 - 00:00 - Gorka Castillo, corresponsal en España

Luis Enrique puede empezar a escribir el triste epitafio de su periplo blaugrana. La humillante goleada sufrida por el FC Barcelona ante el PSG le ha dejado marcado a fuego. Nadie le quiere ya en el banquillo de cara a la próxima temporada. Tras ser arrollado por Unai Emery y los suyos, que se relamen de satisfacción viéndose ya clasificados para los cuartos de final de la Champions, la bochornosa noche parisina solo ratificó que el técnico asturiano se encuentra sentenciado y no renovará el contrato que concluye el 30 de junio. Décadas atrás, también en París y ante este mismo rival, sucedió algo similar con Johan Cruyff y su dream team. En Barcelona no hay piedad con los derrotados.

Su sucesor aún es una incógnita pero la lista de candidatos, a expensas de alguna sorpresa, se reduce a dos: el actual DT del Sevilla, Jorge Sampaoli, a quien el diario británico The Telegraph sitúa al frente del grupo de aspirantes; y Ernesto Valverde, responsable del Athletic Club de Bilbao, al que la directiva culé siempre le ha perseguido con suculentas ofertas y aún no ha renovado por el equipo vasco.

La decisión dependerá de quién de los dos presenta mejores credenciales para sacar al FC Barcelona de la crisis de identidad futbolística en la que ha caído con Luis Enrique como director de orquesta. Son muchos los que se preguntan qué ocurrió el martes en París para padecer semejante descalabro.

Aunque la memoria es flaca, de la hemeroteca que tanto odia el DT culé podrían extraerse algunas de las causas que expliquen cómo una escuadra plagada de rutilantes estrellas del fútbol fue vapuleada por un rival que en Europa ocupa un escalón inferior. Lo más grave, dicen quienes conocen las interioridades de este singular club, es que la factoría de jóvenes valores que produjo futbolistas de talla mundial como Messi, Iniesta, Xavi, Busquets o Piqué hace años que se encuentra paralizada. Y lo que es peor, el FC Barcelona vive hoy la paradoja endiablada que asoló a su encarnizado rival, el Real Madrid, no hace mucho tiempo: ha olvidado en buena medida lo que fue, pero quiere volver a serlo y no encuentra la manera. El ejemplo más escabroso, por decir algo, fue el fichaje de Marc Bartra, un joven defensa internacional criado entre algodones en La Masía, por el Borussia de Dortmund, que solo tuvo que invertir 8 millones de euros en una operación aceptada por Luis Enrique el pasado mes de junio.

Este hecho encendió todas las alarmas de los aficionados hacia la política deportiva del Barcelona. Más concretamente, hacia su trabajo de cantera. Es evidente que la famosa Masía, sin duda una de las mejores fábricas de futbolistas del mundo, se encuentra en un momento delicado. Tras vivir una época gloriosa con la llegada al primer equipo de Pep Guardiola, cuando el Barça fue capaz de levantar dos Champions con siete canteranos en el once titular –Valdés, Puyol, Piqué, Iniesta, Xavi, Busquets y Messi, más un octavo (Pedro) al que se podría añadir a la lista–, en La Masía se está produciendo una involución que salta a la vista. Aunque habría que matizar.

No se trata de que la factoría azulgrana haya dejado de producir de forma excelente y en base al ideario futbolístico que le ha convertido en una referencia mundial. El problema es que el primer equipo ya no es capaz de metabolizar a los jugadores que logran subir todos los peldaños de las categorías inferiores y, de este modo, se va despoblando poco a poco de canteranos.

De hecho, en el once titular que protagonizó el ridículo de París solo quedaban cinco y cuatro de ellos (Piqué, Busquets, Iniesta y Messi) ya son unos clásicos. El quinto, Sergi Roberto, entra y sale del equipo en función de cómo sopla el viento. Desde que debutó con los blaugrana en 2011, nadie más le ha seguido. Ha sido el último canterano. Luis Enrique no ha incorporado ningún nuevo valor ni siquiera para cubrir las bajas de los imprescindibles en los partidos de entrenamiento. Hay otro dato abrumador y sintomático que nadie en el Barça quiere pasar por alto. Se trata del fichaje del delantero internacional Pablo Alcácer procedente del Valencia CF por el que pagaron 30 millones de euros. Desde que recaló en el Camp Nou, su prestigio ha declinado como el sol al final del día y tiene la pólvora más mojada que un submarinista. De estrella de la Roja y sucesor de David Villa a jugador despreciado en Barcelona y también en Valencia. Dicen que le deslumbraron –y él se dejó deslumbrar-, con un contrato rutilante y un futuro brillante peleando por todos los títulos del mundo junto a los mejores futbolistas que nadie puede imaginar, con su importante papel en el equipo como cuarto delantero.

En fin, quienes le siguen a diario aseguran que Alcácer está perdido, fuera de sitio y desquiciado.

Pero sigamos con la cantera del Barça. En los tres últimos años, el club se ha desprendido o ha visto partir a seis de sus jóvenes más prometedores: Tello, Thiago, Deulofeu, Montoya, Pedro y el citado Bartra. No son unos futbolistas cualquiera. Todos ellos, salvo Montoya, han llegado a debutar o se han consolidado en la selección nacional. En el Barcelona, sin embargo, no han podido asentarse y triunfar, como le sucedió en su día a Mikel Arteta, que más tarde triunfó en el Arsenal, o incluso a un futbolista de la categoría de Cesc Fábregas, estrella de la Premier y de la Roja que, sin embargo, jamás llegó a ser considerado una figura en el club de su vida.

El Barça ha hecho caja con el traspaso de estos futbolistas, básicamente con los de Pedro, Cesc y Thiago, los más cotizados. Aunque bien mirado, tampoco tanta. Alrededor de 100 millones. Dicho de otro modo: Neymar le ha costado al club catalán más que todos los mejores futbolistas que han salido de La Masía en el último lustro. La realidad es que el Barça ha estado perdiendo, poco a poco, una de sus principales señas de identidad, la que le ha distinguido del resto de los gigantes del fútbol mundial. Salvo las cuatro leyendas que continúan llevando el estandarte (Iniesta, Messi, Piqué y Busquets), los canteranos tienen un papel secundario, simples actores de reparto para Luis Enrique.

Puede que la paliza recibida el martes en París haya zarandeado la conciencia de los culé convencidos y orgullosos de que su particular idiosincrasia nada tiene que ver con la que casi hunde al Real Madrid. Pero ambos dependen de sus jóvenes valores para dotar de carácter propio a las selecciones mundiales en las que se han convertido.

Si todas las familias felices se parecen unas a otras, como escribió Leon Tolstoi en el arranque de ‘Ana Karenina’, todos los gigantes del fútbol con repercusión planetaria también terminan siendo un calco. El Barça de la MSN y el Madrid de la BBC. Así es el fútbol de simple. (I)  

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