El partido de la selección ecuatoriana no despertó la pasión de otros encuentros. Los resultados anteriores, que no fueron los mejores, opacaron el optimismo de los aficionados. Aún así, muchos se dieron cita a la zona rosa de la capital para seguir las incidencias del partido.

Un sinnúmero de ofertantes trataban de atraer clientes a los restaurantes o bares del sector de La Mariscal (centro-norte) de Quito, para que acudan a sus negociones. Por las veredas se observaba una marea multicolor; además de los aficionados locales, también transitaban colombianos o venezolanos. En menor medida pasaban argentinos o brasileños por toda la jornada de Eliminatorias que se disputó este jueves 31 de agosto.

A la hora del encuentro, las calles se vaciaron. Todos encontraron un lugar desde donde ver el juego, ya sea dentro de los locales o de pie, afuera de los mismos.

Las atajadas de Máximo Banguera despertaron suspiros, pero el optimismo era contenido. Ecuador apelaba a defenderse y los más entendidos creían que Gustavo Quinteros hacía lo correcto. "No podemos jugarle de igual a igual a Brasil en su casa. El empate sería bueno y con ese esqueña es posible", opinó Christian Ruiz.

El entretiempo fue propicio para alimentarse rápidamente y devolver la mirada al televisor. Nuevamente Banguera fue el más nombrado por las atajadas que protagonizó. Los aficionados no mantenían una postura positiva, porque Brasil acorraló a Ecuador.

Los goles de Paulinho y Philippe Coutinho terminaron por desmoronar la poca esperanza que quedaba entre los hinchas. Esta vez, sin celebrar y sin alargar la noche, ecuatorianos y aficionados de otras nacionalidades, empezaron su retorno a casa, casi con el convencimiento de que Ecuador tiene prácticamente imposible llegar a Rusia 2018. (I)