Fútbol: catarsis, espectáculo, unión e identidad
Algunos escritores aficionados y cercanos al fútbol describen los movimientos de los jugadores sobre el césped como si se tratara de algo parecido a la poesía… En sus descripciones insinúan figuras, símiles e hipérboles como disparos fulminantes, tenazas que atrapan, impavidez repentina… todo esto para referirse a lo que podría llamarse la gloria: los goles. Para los fanáticos, desde el más alto ejecutivo hasta el hincha más humilde, este deporte es más que el desplazamiento de un grupo de hombres detrás de una pelota. Se trata de la comunión masiva de una exaltación compartida, un símbolo de unión, de euforia grupal y de identificación. (Ver infografía ampliada)
Algunos especialistas consideran que el balompié merece ser estudiado desde diferentes aristas: qué es lo que siente la afición, cómo lo siente, cómo incide esto en el entorno social y lo que representa.
Aunque Jéssica Zambrano, joven periodista, no se considera fanática comprometida con este deporte, considera que el fútbol tiene un valor cultural y relevancia. “Los ecuatorianos no hemos encontrado manifestaciones culturales fuertes, otras formas de identificarnos tanto como en el fútbol. En Alemania fue en su momento la música; en Italia, la comida; pero en el país la gente se une mucho con el fútbol”.
¿La sociedad necesita estos espacios de catarsis para sobrevivir al vacío espiritual?El sociólogo Leonardo Ogaz, contradice este criterio. De hecho, califica como negativo hallar un único referente de identidad nacional en el fútbol. “En Ecuador hemos llegado a decir que la selección es lo único que nos une, nos aglutina, nos da identidad. El hecho de que un fenómeno futbolístico logre representarnos no significa que no haya otras cosas que logren hacerlo. Es como si hubiese un vacío en este sentido, por eso se transforma en un instrumento de alienación masiva (...) Se han perdido referentes, horizontes y ahora la gente busca identificaciones más leves”, sostiene el especialista.
Santiago Flores Álvarez-Ossorio, periodista y filólogo alemán, afirma que la sociedad de masas lo convirtió en un fenómeno y en un instrumento de poder. “...para algunos un juego y para otros una forma de vida. Hay quien lo sigue como ideología. Llega a considerarse una pasión e incluso representa una religión...”, sostiene en su texto “Fútbol y manipulación social”.
Un poco de esta teoría queda retratada en la vida de Omar Luna, periodista deportivo de 24 años, a quien la pasión por este deporte le llevó a estudiar periodismo. “En el colegio fui físico-matemático, pero en los últimos años descubrí mi inclinación y decidí seguir Comunicación Social para ser periodista deportivo. Ese siempre fue mi objetivo. En mi primer semestre empecé con pasantías en un medio donde escribía textos de fútbol para la página web. Desde allí no me he alejado de este camino”, dice.
Medios, influencia y poder
El fútbol se difunde por los medios de información, y las noticias deportivas, en ocasiones, tienen mayor relevancia mediática que la política y la actualidad. Por ejemplo, según relata Flores Álvarez-Ossorio, en España el diario más leído es el deportivo “Marca”, lo que refleja un mayor interés de la sociedad española por el fútbol que por otras noticias y que en varias ocasiones el consumo masivo de información deportiva provoca desinformación en otros aspectos. “El fútbol es utilizado por la política. Silvio Berlusconi pasó de la presidencia del equipo AC Milan a presidente del Gobierno de Italia. Gracias a su imperio mediático y poderío económico alcanzó el poder político. La política en varios casos usa el fútbol como uno de sus agentes”.
“Es como una especie de guerra donde el arma es una pelota, su símbolo por excelencia. El estadio es como un campo de guerra”
Luis Montalisa
SemiólogoY como al final todo se trata de emociones, de supremacía de un equipo sobre el otro, de ganar o perder, el juego se transforma en una cuestión representativa de la naturaleza humana, en la que muchas veces la rivalidad es un elemento ineludible. “Es como una especie de guerra donde el arma es una pelota, su símbolo por excelencia. La cancha, el estadio, es como un campo de guerra y en este caso las pelotas serían como las armas; el público y las barras vendrían a ser como el discurso que se arma en caso de conflicto. Se trata de juntar aliados y también de la parte contraria y de los adversarios”, indica Luis Montalisa, semiólogo, de acuerdo con su lectura de estos símbolos.
“Las caras pintadas de los hinchas que acuden a las canchas se parecen mucho a los rituales guerreros. Hay que distinguir la lúdica de los jugadores y aficionados y cuando esto se convierte en un espacio de competencia exagerada, que llega al enfrentamiento, a la exacerbación de la competencia por la desmedida importancia que tiene en la vida de la gente”
Por esto, según el doctor en ciencias sociales, José de Souza Silva, autor del texto “El fin del fútbol en la forma como lo conocíamos”, ya no se juega al fútbol como antes. “Ya no se juega al fútbol como antes. “Lo que importa es el resultado, independientemente de la forma para lograrlo. El manejo de la pelota ya no es el protagonista de un partido; el número de faltas supera el número de bellas jugadas...”, cita el autor brasileño.
Cuando la afición significa huir de lo cotidiano
Montalisa asegura que cuando el fanatismo se traduce en símbolos de aislamiento y desorden de la vida personal y familiar, hay un problema...
Marcelo Bohórquez, diseñador gráfico, afirma que desde que se casó se ha alejado bastante del deporte. Sin embargo, esto se mantiene como un aspecto importante en su familia. “Tengo un par de sobrinos que cuando hay partidos están desde las 11:00 preparándose para ir al estadio. Así que con ellos no se puede contar para nada. Así también en la vecindad... el domingo es un día perdido porque todos están concentrados viendo el fútbol”.
El sociólogo afirma que el fútbol también se considera como un momento de eludir la realidad, de despegarse del vivir cotidiano, de los problemas. “...En realidad es un espectáculo mundial que va llenando lo que el filósofo francés Guy Debord llamaba “la sociedad del espectáculo”, con lo que el pueblo hace catarsis de una serie de otros problemas”, indica.
¿La sociedad necesita estos espacios de catarsis para poder sobrevivir a esa especie de vacío espiritual?, es lo que se plantea el sociólogo, de acuerdo con estudios de otros especialistas.
“Podría parecer que la familia que ve el fútbol unida permanece unida porque son espacios de encuentro entre amigos y familia. El problema no está en el fútbol mismo sino en que ha empezado a ser utilizado como una forma de montar un gran espectáculo que haga olvidar algunas crisis como las que han ocurrido en Europa y otras partes del mundo”.
No obstante, sobre los significantes positivos, negativos, preocupantes o no, hinchas como Jocelyn Zambrano, estudiante de Veterinaria, vive su pasión con intensidad. Ella explica que encuentra en el fútbol una similitud con el funcionamiento del cuerpo humano: un equipo unido con sus defensas listas para proteger y todo vinculado hacia un mismo fin.