Una vez más estamos viviendo un agitado proceso electoral. El 23 de febrero de 2014 se elegirán a 5 651 autoridades para los gobiernos provinciales, municipales y parroquiales del Ecuador. Tarimas, discursos, caminatas y caravanas motorizadas, entre otras actividades relacionadas, son el menú diario de esta temporada. Pero sobre todo, están las propuestas de los candidatos, que al ser seccionales, requieren de un conocimiento más detallado de la realidad del sector donde trabajarán.

Es cierto, el debate crece en estos tiempos, de repente a todos les surge una suerte de “conciencia ciudadana”, los medios de comunicación empiezan a revelar los problemas de territorios convencionalmente invisibilizados, las redes sociales estallan en críticas de cómo debería administrase su ciudad  y se escucha todo tipo de propuestas y comentarios...

Haciendo un breve panorama de lo que hasta ahora se ha dicho, son claros los temas que los políticos han priorizado en sus agendas. A la cabeza, está la seguridad ciudadana, los impuestos, el fortalecimiento de los servicios básicos y la movilidad. En este último caso, la mayoría de candidatos apunta a mejorar el sistema de transporte público. Y es comprensible (y hasta fundamental) que así sea. En el caso de Quito, por ejemplo, según un estudio, para 2025, de continuar con las tendencias actuales, el parque automotor subirá a 1.3 millones de vehículos, mientras que la población habrá crecido a una tasa de entre el 2,2 y 3% anual, lo cual significa que se debe repensar de manera urgente el actual sistema de movilización urbana y periférica.

También es cierto que hay otros temas en los planes de campaña que ni se mencionan ni profundizan. Nos referimos concretamente a la cultura. Muchos dirán que sí lo han hecho, justificando que desarrollarán festivales de música o que mejorarán la planificación del espacio público. Parecería que a la cultura la entienden únicamente desde el espectáculo y la visión tradicional del patrimonio, pero, ¿dónde quedan los mecanismos de circulación de bienes y servicios culturales, los procesos de formación de memorias locales, el fortalecimiento de los centros independientes de arte? Definitivamente, aún es grande la deuda que se tiene con este sector.