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El Telégrafo

In memóriam: Gabriel García Márquez

 In memóriam: Gabriel  García  Márquez
05 de mayo de 2014 - 00:00

Se dice que de Gabriel García Márquez ya se ha escrito todo. Que ya cansa que en la mayoría de los medios de comunicación y en las redes sociales abunden artículos sobre su vida y obra, que publicar sus más icónicas frases (a pesar de que algunas ni siquiera las dijo) sin haberlo leído, es una forma de ofensa a su memoria, que resulta un insulto que los políticos (inclusive los más derechosos) utilicen su figura en sus discursos sin conocer cuál fue su verdadera postura ideológica, que es penoso que ahora se haya convertido en una especie de moda leerlo para estar en sintonía con el tema de conversación del momento, pero, sobre todo, se dice que es un fastidio que todos lo llamen, tan coloquial y familiarmente, Gabo (o Gabito, dependiendo de la cercanía).

Solo un hombre, a quien hoy le rezan con profunda devoción, provocó esta misma suerte de fenómeno cultural hace cientos de años. Aunque, como nos lo recuerda su par colombiano William Ospina, el Gabo no se diferenciaba mucho de ese hombre que murió cuando tenía 33 años: “Lo acompañé una vez a la librería Gandhi, en Ciudad de México. Gabo había estado enfermo y las gentes lo sabían. Mientras recorríamos los estantes se fue formando silenciosamente, como siempre, una fila de personas que lo esperaban para que firmara sus libros. Me pidió que le avisara cuando hubiera transcurrido cierto tiempo. De pronto vi algo conmovedor. Mientras allá, al fondo, García Márquez firmaba los libros, un par de señoras, a sus espaldas, y sin que él se diera cuenta, lo bendecían”.

Gabriel García Márquez, mucho antes de morir, ya se había convertido en un referente universal de la cultura. Fue el escritor que hizo que todos leyeran, sin excepción. También, se había transformado en el padre de muchos y en el salvador de otros. Varias generaciones fueron bautizadas con los nombres de sus personajes, y hasta a su pueblito natal, Aracataca, se lo quería cambiar de nombre por Macondo. En definitiva, el Gabo se había constituido en uno de los engranajes principales de la historia. Y, para no quedarnos por fuera de esta serie de relatos y sucesos, hoy dedicamos un especial completo a la obra del “gran creador”.

 

 

 

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