Del 27 de agosto al 2 de septiembre de 1990, la revista Vuelta organizó el encuentro ‘La experiencia de la libertad’, que determinó un “momento insólito en la historia intelectual de México”, como diría el historiador y crítico literario mexicano Christopher Domínguez Michael. El motivo de esa reunión, en la cual participaron intelectuales de todo el mundo, fue por la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989.

El eje del encuentro fue la libertad y, por supuesto, uno de los escritores que abanderó el debate sobre ese tema fue Octavio Paz, quien dijo: “Así como las libertades políticas, en regímenes democráticos, implican el respeto a los derechos de las minorías y de los individuos, el libre juego de las fuerzas económicas –liberado de la voluntad arbitraria del Estado tanto como de los monopolios privados- debe estar regido por la ley y por la sociedad misma, es decir, por los productores, los intermediarios y los consumidores”. Este, entre otros pronunciamientos de Paz, a quien en 1990 se le concedió el Premio Nobel de Literatura, y que hoy se lo conmemora por sus 100 años de nacimiento, escindieron la figura del escritor: entre quienes los calificaban como el mejor poeta latinoamericano del siglo XX y entre quienes lo acusaban de “traidor de la izquierda”, por el tipo de principios que auspiciaba.

La postura política de Paz, que de alguna manera se manifiesta en la ética de su producción literaria, sobre todo en su ensayística,  respondía a lo que él había visto y vivido a lo largo del siglo XX. Por ello, llegó a decir: “La izquierda es la heredera natural del movimiento de 1968, pero en los últimos años no se ha dedicado a la organización democrática sino a la representación —drama y sainete de la revolución en los teatros universitarios. Pervertida por muchos años de estalinismo y, después, influida por el caudillismo castrista y el blanquismo guevarista, la izquierda mexicana no ha podido recobrar su vocación democrática original”.

No queríamos pasar por alto este debate en la vida de Octavio Paz, hoy que le rendimos un homenaje en esta edición, pues el ser humano se compone de todos sus claroscuros... y es así como se lo ve mejor.