Publicidad

Ecuador, 29 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Una ruta de 49 millas náuticas

Los tripulantes de las yolas llegan extenuados, tras remar 8 horas, al malecón de Posorja. Foto: Lylibeth Coloma |  El Telégrafo
Los tripulantes de las yolas llegan extenuados, tras remar 8 horas, al malecón de Posorja. Foto: Lylibeth Coloma | El Telégrafo
20 de abril de 2014 - 00:00

Interrumpen la quietud del río desde las 22:30, cuando sus remos, de un lado y del otro, empujan el agua en un movimiento uniforme que repetirán largas horas hasta que la noche se haga blanca o el cuerpo les diga alto, ¡ya no puedo más...!

Llegan de todos lados para competir y, quieran o no, comparten un miedo que, cuando avanzan, no se les nota porque la oscuridad solo permite divisar sus cuerpos inquietos, como animales nocturnos.
En el camino encuentran de todo: desde palos hasta lechuguines, desde insectos hasta marejadas que, los obligan a retomar posiciones y avanzar, siempre avanzar.

Tienen una ventaja. Y es que, aparte de sus ángeles de la guarda personales, no van solos. Todo el trayecto de 49 millas náuticas -casi 90 kilómetros- un cortejo de lanchas a motor los escolta de lejos, a la expectativa de cualquier contingencia. Sin embargo, deben hacer como si no existiesen para que el esfuerzo sea mucho más valedero.

Después de la primera hora de navegación son testigos de cómo la ciudad y sus luces lacustres se van desvaneciendo hasta dar paso al manglar vivo, allí de donde salen los cangrejos que, a la hora de su paso, permanecen bajo lodo, quietitos.

Sus yolas, con la punta afilada, van orillando, para evitar el caudal correntoso del Guayas que casi siempre obra con mala intención. A pocos metros de ellos, voces de otros botes les dicen lo que han hecho bien y lo que han hecho mal. El esfuerzo también tiene sus castigos y los jueces, con megáfono en alto, se encargan de aplicarlos.

A mitad de la noche, con algo de suerte, la Luna ayuda a los ojos para que no se pierdan por el laberinto de callejones de Puerto Arturo, un pueblo de pescadores donde la gente los ignora y las siluetas de las casas apenas se perciben.

Durante el trayecto, además de sus latidos acelerados y la respiración jadeante, propia y ajena, escuchan preguntas en la oscuridad para llegar hasta ellos: “¿Quiénes son?” “¿A qué escuela pertenecen?” “¿Quiénes van delante suyo?”.

Son las preguntas de periodistas que quieren saber, sobre todo, cómo los está tratando la noche y un río que, de a poco, como que quiere tutearse con el mar. El río sigue mandando bajo las yolas y todo lo que se mueva sobre él, incluso los lechuguines cuyo verdor solo se imagina.

Superados los puertos que hay que pasar, incluyendo la llamada Isla de los Condenados, sobre la que los pescadores tiene historios de horror y sexo incestuoso, la distancia entre las yolas se hace más grande.

Los más fuertes y aguerridos toman la delantera, aunque sus cuerpos se encuentren en máxima tensión, con los músculos crispados y la sangre hirviendo. Entonces hacen los relevos necesarios.
Después de casi 6 horas de darle a los remos, las lucecitas de Posorja les ofrecen una esperanza. Sin embargo, es cuando más deben esforzarse, pues para entonces el río Guayas es solo un recuerdo y el mar, con olas mucho más grandes y agresivas, no les quita el ojo de encima.

El Sol, desde el otro lado del mundo, deja ver su frente colorada. Aún no se ve la gente en el malecón de la localidad, pero todos sospechan que están ahí, porque no toda la vida se puede cumplir una odisea de ese tamaño, precisamente, en Viernes Santo.

Cuando la primera yola se acerca, escoltada por al menos 10 lanchas a motor para evitar una mala pasada de último momento, los remeros saludan y sonríen. “¿Quiénes son?”, pregunta un periodista de radio que se la ha pasado durmiendo. “Es la yola doble par del club Barreiro”, le contesta otro con un bostezo.

Son las 07:00 y el malecón está repleto de gente que los recibe como si hubieran llegado de un combate naval. Han remado ocho horas. Sus manos con ampollas y sus pantorrilas amoratadas son la evidencia...

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media