Los jueces de silla son los protagonistas no conocidos
En los partidos de tenis la atención del público está enfocada, desde luego, en los movimientos que realizan los jugadores sobre la cancha, pero hay otras personas clave a un costado de ella: los jueces de silla, encargados de velar por el normal desarrollo del “match”.
En el XVII Abierto Internacional de Salinas FANÁTICO encontró a dos árbitros nacionales de primer nivel: Jimmy Pinoargote y Carlos Niemes.
Ambos son escarapela bronce, que los acredita para estar presentes en varios campeonatos a nivel mundial. Niemes es el de mayor experiencia y quien ha sido silla en eventos como Juegos Olímpicos, Grand Slams, series mundiales de Copa Davis y diversos torneos organizados por al Asociación de Tenistas Profesionales (ATP).
Pinoargote es el juez ecuatoriano con escarapela bronce que tiene mayor actividad en la actualidad. Jimmy, quien vive en Salinas, trabaja un promedio de 20 semanas al año, en torneos que se realizan en Sudamérica, ya que los árbitros son designados de acuerdo con la ubicación geográfica. “Es poco común que envíen a un bronce a torneos en Europa, aunque a veces se da”, cuenta el juez de 28 años.
Han pasado 9 temporadas desde que Pinoargote se certificó como internacional. Lo hizo al obtener la escarapela blanca. Este nivel de arbitraje se utiliza más en torneos Futuros y a menor escala en Challengers. “Me inicié a fines de los 90, en una Copa Davis. Tuve algunos errores en la silla; los nervios se apoderaron de mí, pero me decidí a seguir porque realmente me gusta mi carrera”.
Es escarapela bronce desde 2009. Con esta acreditación ya puede ser parte de los mejores torneos a nivel mundial. “Este curso es solo en inglés, sin importar de qué país del mundo seas, ya que en cualquier momento te pueden llamar para torneos grandes”, resalta el juez que ha estado en silla durante las finales de todos los torneos Challenger que se efectúan en el país (Salinas, Manta, Quito y Guayaquil, según su orden de realización en el año).
Niemes, quien además es psicólogo clínico, cuenta cómo fueron sus inicios en el arbitraje. “Yo no apuntaba a esta carrera, todo se dio por simple casualidad. En abril de 1987, Ecuador se enfrentaba a Argentina por Copa Davis y entonces necesitaban jueces de línea. Me metí en una capacitación que dio Fabricio Valdivieso (organizador del Challenger de Salinas) y estuve en esa serie. Luego me gustó y me quedé en el tenis”.
Debido a que no había cursos avalados por la Federación Internacional de Tenis (ITF por sus siglas en inglés), la formación de Niemes se dio en la cancha, con torneos amateur.
“Empecé a hacer carrera en los torneos juveniles. Me encargaba de ver si las bolas eran buenas o malas, así como también de tranquilizar a los padres para que no se metieran en el partido”, expresa, y de inmediato destaca que en sus primeros años se valió de los cursos que daba Valdivieso para estar presente en algunas series de Copa Davis locales.
En 1989 realizó el curso para acreditarse como juez internacional, así se convirtió en escarapela blanca. “En 1991 hice el curso para llegar a ser bronce. Con esta certificación estuve presente en diversos torneos como challengers, Grand Slams y Juegos Olímpicos. Así, a mediados de los 90, yo hacía como 150 partidos por año, por eso los supervisores decidieron darme la escarapela plata, la que se consigue por méritos y por decisión de los supervisores, ya que no hay cursos para ser plata”.
Tras 12 años de trayectoria internacional, Niemes tuvo que bajar el ritmo de su carrera en el arbitraje. “En 2001 estuve en Wimbledon y en ese mismo año nació mi hija. A partir de ahí decidí quedarme más tiempo en el país para pasar con mi familia, lo que conllevó a que pierda, con el tiempo, mi escarapela plata”, recuerda, y agrega que “todo el dinero que haces es para usarlo con tu familia, pero yo trabajaba mucho y no pasaba con mi familia lo necesario”.
Niemes asegura que en su época de élite pasaba de entre 5 y 6 meses en el exterior. “Si sumaba las semanas trabajadas, era como si pasara medio año afuera”, resalta el guayaquileño, quien entre las experiencias más destacadas que recuerda cuenta el haberle hecho silla a Gabriela Sabatini en su última participación en el US Open (en la edición de 1996). “Fue su último partido y perdió en tercera ronda”.
En la rama masculina, le ha arbitrado a jugadores como Gustavo Kuerten y Marcelo Ríos, a ambos en su época como número 1 del mundo. “De hombres recuerdo un partido entre (Guillermo) Cañas contra (Gastón) Gaudio, en Wimbledon. Esos dos se mataron en la cancha, se lanzaban puros bombazos”.
Los jueces ecuatorianos que tienen escarapela blanca son Eduardo Aravena, Cristian Saldivias, Jhonny Saldivias, Jhonny Suárez, Daniel Sánchez y Juan Fernando Sánchez.
A nivel nacional, quien más alto ha escalado en el ámbito de los jueces es Fabricio Valdivieso, organizador del torneo.
“Soy el único que ha llegado a ser escarapela oro, como árbitro general y juez de silla. Podía ser supervisor, árbitro general y juez de silla en cualquier partido”, resalta Valdivieso, quien dejó la actividad en 1995 para iniciar la organización de challengers.
Actualmente, el ahora empresario realiza los torneos de Salinas, Manta y Quito. “Estuve en los Juegos Olímpicos de Seúl 88, además en 4 torneos de Maestros. Le arbitré a André Agassi, Jim Courier, Boris Becker, Pete Sampras... Conocí a los mejores tenistas de la época y con varios tuve una buena amistad”, concluye, sonriendo.