El gobierno organizó una vigilia en las 12 ciudades sede
La cuenta regresiva para el Mundial inició con el carnaval (GALERÍA)
“La Copa del Mundo comienza aquí” fue el tema elegido por la escuela de samba Leandro de Itaquera al abrir el carnaval en el sambódromo de la ciudad de Sao Paulo. Con alusiones al Mundial 2014, la escuela de samba paulista homenajeó al barrio humilde donde está instalada, que este año tendrá relevancia internacional porque allí, dentro de 98 días, comenzará la Copa del Mundo de Brasil, con el partido Brasil-Croacia.
El 12 de junio, a las 17:00 (hora de Brasil), en el estadio Itaqueirao, perteneciente a Corinthians y que aún no está terminado, rodará el balón del certamen que, según la presidenta Dilma Rousseff, será el Mundial de los Mundiales al creer que la fiesta que la FIFA organizará en Brasil será la mejor de todos los tiempos en el país de los cinco veces campeones del mundo.
La cuenta regresiva, que empezó oficialmente el martes pasado, estuvo marcada por una vigilia organizada por el Gobierno en las 12 ciudades sede: hubo juegos de luces todas las noches en varios lugares claves de Río de Janeiro, Sao Paulo, Belo Horizonte, Porto Alegre, Curitiba, Brasilia, Cuiabá, Manaos, Salvador, Recife, Natal y Fortaleza.
El estadio Maracaná, escenario donde se jugará la final el 13 de julio, estará iluminado por fuera con los colores de Brasil hasta el inicio de la competición.
“Todos los problemas están bajo control y dentro de 98 días tendremos un inicio excepcionalmente bueno para una competición excepcional, el Mundial en Brasil, el país del fútbol”, dijo el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, en alusión al inicio de la cuenta regresiva para la cita ecuménica.
De a poco, el merchandising de la FIFA invadió las calles de las principales ciudades del país en este carnaval. En Sao Paulo y Río de Janeiro, comparsas callejeras incluyeron las caxirolaes, una maraca reformada aprobada por la FIFA para usarla en la Copa del Mundo, que desplazará a la trompeta ‘vuvuzela’ que aturdió desde las tribunas en Sudáfrica 2010.
Sin embargo, los trabajos que ejecuta el Gobierno y la FIFA vivieron situaciones dramáticas. Es así que el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, dio el visto bueno para continuar las obras en la sede de Curitiba, donde hubo retrasos por cuestiones de garantías financieras. La organización deberá entregar el estadio a fines de abril.
El año pasado, el ministro del Deporte, Aldo Rebelo, exigió una disculpa pública por escrito al francés Valcke por haber afirmado que Brasil “necesita que le pateen el trasero” para adelantar las obras.
En Curitiba, la capital del estado de Paraná que acostumbra tener mañanas heladas durante junio, jugará Ecuador contra Honduras, el día 20. Otros estadios aún en obras, además del de Curitiba y el de Sao Paulo, son Arena Pantanal en Cuiabá y el de Manaos, en el estado de Amazonas.
Otro asunto que tiene a las autoridades en vilo, y para lo cual se han formado tropas especializadas de élite para la seguridad en el Mundial, son las protestas contra la realización del certamen. El movimiento No habrá Copa inició sus manifestaciones en enero y promete ser el principal dolor de cabeza de la FIFA y el Gobierno, justamente cuando la presidenta Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), se juega la reelección en octubre.
Por ejemplo, el Movimiento Sin Tierra, crítico y alejado de la presidenta Dilma Rousseff por la falta de avances significativos en la reforma agraria, recomendó no fustigar el Mundial y evitar usar el foco mediático de ese certamen para hacer valer sus reivindicaciones.
La cuenta regresiva se inicia también con menor interés de la población en el Mundial, cuya organización estuvo regada de críticas por el uso de la máquina pública, desde 2007, al servicio de los intereses de la FIFA.
Según la encuestadora Datafolha, del diario Folha de Sao Paulo, en 2008 el 79% de los brasileños apoyaba la idea de organizar el Mundial por segunda vez; la anterior fue en 1950. A 98 días del Mundial, según Datafolha, el apoyo cayó al 52%. Y quienes se oponen directamente a la realización del torneo representan el 38% contra el 10% registrado en 2008.
Si en la Copa de las Confederaciones 2013, gran parte de la sociedad brasileña expresó un reclamo generalizado por mejores servicios públicos y puso en vilo la realización del certamen, en medio de la represión policial indiscriminada en Sao Paulo, Río de Janeiro, Fortaleza y Belo Horizonte, ese potencial tiene ahora menos apoyo.
Según Datafolha, en junio de 2013 el apoyo popular a las manifestaciones fue del 81% y ahora se ubicó en 52%.