Fueron sus progenitoras las que los condujeron a la gimnasia. Querían encontrar una actividad física para que los pequeños canalicen sus bastas energías de manera positiva y ellos, aunque en un inicio no lo aceptaron con agrado, con el transcurrir de los días se adaptaron a la rutina que es su afición.

Hoy Kelvin Rangel y Ronny Gallardo son los mejores exponentes de esta disciplina en la capital ecuatoriana y no se imaginan su vida sin esta práctica. Hace tres semanas cosecharon algunas preseas doradas y de plata en el Sudamericano juvenil de esta disciplina en Bolivia.

Llevan al menos un lustro involucrados en este deporte. El año anterior participaron en un torneo internacional en Colombia, pero aún su edad (10 años) no era la ideal para el desempeño. “Estábamos muy chicos y teníamos nervios. No cumplimos de la mejor forma ahí, pero eso nos motivó a prepararnos mucho más. Por eso hoy somos campeones”, afirmó Ronny Gallardo, el más pequeño de los competidores.

Su estatura bordea los 1,35 cm y con ello se desplaza fácilmente por los distintos implementos. Sumó dos preseas de oro en barras y anillas, una medalla de plata en all round y bronce en piso y arzón. Junto a Kelvin entrenan en extenuantes jornadas diarias de cuatro horas en el coliseo Jorge Cacha Flor, de la Concentración Deportiva de Pichincha en La Vicentina.

Por eso deben aprovechar todos los minutos de receso en el horario escolar para adelantar las tareas. Almuerzan en sus casas y de inmediato sus padres los llevan a los entrenamientos. Cada tarde, el técnico Carlos Briones es el encargado de pulir las habilidades de los jóvenes y afinar el dominio sobre las anillas, el piso, la barra y las paralelas.

El adiestrador, que lleva 15 años de labor en esta ciudad, siente mucho afecto por los chicos. A más de impartirles conocimientos deportivos, siempre está presto para darles un consejo. “Los chicos cumplen horarios muy extensos y extenuantes, por eso cuando es necesario reducimos la jornada y les damos más tiempo para que estudien, sobre todo en época de exámenes”, expresó el DT.

Una malla de algodón o tan solo un short y el polvo de magnesio en las manos son los únicos implementos que se requieren para iniciar el trabajo. Casi todos cumplen la rutina con los pies descalzos porque así se sienten más cómodos y se deslizan con más solvencia. Con un breve trote por el rectángulo comienza la jornada que tiene como mudos testigos a unas mochilas descoloridas, algunas con los útiles escolares para completar las tareas.

Sienten mucha pasión por este deporte, pero no descuidan sus estudios. “Los deberes a veces los termino a las 24:00 y cuando tengo exámenes debo estar nuevamente de pie a las 04:30 para repasar. En un día habitual me despierto a las 06:00”, comentó Kelvin Rengel, para quien escuchar el himno ecuatoriano en otro país es la recompensa a su esfuerzo.