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El Telégrafo
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Desde hoy participa en la gira Europea itf en la categoría 16 años

El anonimato también es una estrategia para Camila Romero

Camila Romero se entrena 4 horas y media diarias junto a su adiestrador, Raúl Viver, en el anexo del Guayaquil Tenis Club. Foto: Lylibeth Coloma.
Camila Romero se entrena 4 horas y media diarias junto a su adiestrador, Raúl Viver, en el anexo del Guayaquil Tenis Club. Foto: Lylibeth Coloma.
26 de mayo de 2014 - 00:00 - Redacción Fanático

Esa noche Antonio Romero quedó sorprendido. No esperaba esa respuesta. Camila, su hija, había decidido seguir jugando la Gira de la Cosat (Confederación Sudamericana de Tenis) y rechazó ir de vacaciones con su familia a Orlando (Estados Unidos), uno de sus sueños infantiles más fervientes.

Tomar esa decisión no fue una tarea complicada para la tenista guayaquileña de 15 años. Cuando se le pregunta sobre su extraña elección, no titubea, más bien con seguridad indica que prefiere el tenis, porque le permite conocer nuevos destinos y por las amistades que logra cultivar.

Con la misma convicción con la que aquella noche de enero decidió no ir con su familia a Disney World, Camila enfrenta desde esta semana un reto supremo: la gira europea de la ITF que comienza a jugar hoy en Biella (Italia) y que incluye otros torneos en ese continente. Romero llega a Europa como la segunda mejor del circuito sudamericano, en la categoría 16 años.

La gira por el ‘Viejo Continente’ durará 4 semanas y se disputará en varias ciudades de Italia. Romero viajó el jueves pasado para adaptarse a las canchas y al cambio de horario. Ella no se mostró nerviosa, está decidida a obtener más títulos. Además, hará una de las cosas que más le gusta y que el deporte le permite cristalizar: viajar.

Romero juega tenis desde los 8 años, su dedicación a este deporte comenzó a dar frutos el año pasado cuando con solo 14 años fue parte del equipo ecuatoriano que logró el ascenso a la Zona Americana.

La joven deportista también se clasificó este año al mundial sub-16 de tenis con la selección nacional, luego de quedar en tercer lugar del sudamericano de la categoría, disputado el mes pasado en Bolivia. Este torneo se realizará en San Luis Potosí (México) del 23 al 28 de septiembre.

El carácter y la energía que muestra en cada juego contrastan con su timidez. No le gustan las entrevistas; cada vez que debe hablar con un periodista trata de esconderse para que sus compañeros de entrenamiento no la vean y molesten. Así también se cuida de sus rivales. Para Romero el anonimato también es una estrategia.

Mientras habla, mueve la cabeza en todas las direcciones con la intención de asegurarse de que está sola. Su personalidad introvertida, con pocas palabras al momento de responder cada pregunta, se opone a su potente tiro de derecha y agresividad dentro del campo de juego. “Su ‘instinto asesino’ sale a la luz al momento de jugar”, explica entre risas su entrenador personal, Raúl Viver. Romero no es la misma dentro de la cancha que fuera de ella. Dentro es más agresiva. Camila se ‘transforma’ cuando juega tenis.

Como toda deportista, Romero tiene una dieta especial, toma agua alcalina, que tiene más oxígeno, evita calambres e hidrata más que el agua normal. Se cuida en el aspecto físico, detalle que junto a la preparación mental es determinante en este deporte. En un torneo en Argentina puso a prueba ambas virtudes cuando tuvo que jugar un partido a las 01:30 de la mañana debido a un aplazamiento por lluvia. El juego duró hasta las 04:00, lo ganó.

Ese mismo día, más tarde, volvió a jugar y ganó de nuevo, lo que le permitió llegar hasta la final de ese torneo. Aunque no ganó el campeonato, Romero demostró ahí que es una luchadora.

Ella entrena en el anexo del Guayaquil Tenis Club todos los días y estudia en el colegio Monte Tabor, que le da las facilidades para que se vaya de gira e incluso que llegue tarde a clases cuando debe practicar de mañana.

Su amor a este deporte hace que esos sacrificios sean normales para Camila. Ella entrena 4 horas y media diarias. Le queda poco tiempo para descansar.

La joven tenista actualmente cursa primero de bachillerato con la incertidumbre de no saber qué especialización escogerá el próximo año, pero con la seguridad de que al terminar su etapa colegial optará por una beca deportiva en una universidad extranjera. Romero no sabe qué estudiar. Ama el tenis. Nació para ser deportista.

Pero la guayaquileña solo tiene un sueño en la mente, ser tenista profesional.

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