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El Telégrafo
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Aráuz desmitifica la presencia de la mujer en el fútbol local

Aráuz desmitifica la presencia de la mujer en el fútbol local
14 de enero de 2014 - 00:00

Su semblante no varía fuera y dentro de la cancha. La soltura con la que habla sobre fútbol es la misma que tiene cuando camina y revela detalles sobre su vida profesional.

Son 08:30 del miércoles 8 de enero. Vanessa Aráuz, entrenadora de la selección femenina sub-20 de Ecuador, hace una pausa y sale de la concentración del equipo en las instalaciones de Fedenador (Guayaquil), para dialogar con EL TELÉGRAFO y contar su historia, la que pocas personas conocen.

Vanessa tenía 8 años cuando su papá y su tío empezaron a incentivarla para que practicara algún deporte. Siempre se sintió atraída por la actividad física, pero el fútbol era la disciplina que más la cautivaba. “Ellos (papá y tío) siempre me apoyaron”, explica la ‘profe’, como la llaman sus dirigidas.

Empezó a jugar en Emelec con el profesor Juan Carlos Di Stefano, su primer entrenador. Cuando tenía 10 años ella estaba convencida de que quería hacer del fútbol su profesión. “Yo voy a ser entrenadora de fútbol, le dije a un profesor cuando preguntó en clases qué queríamos ser de grandes. Todos mis compañeros se rieron, pero yo les dije que en serio iba a ser entrenadora de fútbol”, explica mientras recuerda entre risas ese momento.

En la actualidad todavía se cuestiona que las mujeres puedan conocer de fútbol, jugarlo, arbitrarlo y dirigirlo. Pero cuando Vanessa estaba en colegio su aspiración rayaba en lo utópico.

“La primera vez que yo jugué en mi colegio estaba en un recreo y mis amigas me dijeron juega Vane y me metí (ante la incredulidad de los chicos), me los llevaba y demostré que sabía jugar”, asegura Vanessa, quien no deja de sonreír mientras recuerda cómo en su entorno rompió el mito que determina que las mujeres no pueden jugar fútbol.

Aráuz recuerda que cuando jugaba torneos intercolegiales con el equipo de su colegio, junto con hombres y contra hombres, desde las gradas siempre se escuchaban gritos como: ‘Anda a lavar ollas’ o ‘¿Qué haces ahí?’. “Pero esos comentarios en vez de bajonearme me ayudaban a esforzarme más y ser mejor”, indica ‘Vane’, quien ahora transmite, a través de sus charlas ese mensaje a sus dirigidas.

Una de sus grandes luchas, a más de guiar a las seleccionadas, es lograr que culturalmente el fútbol femenino se desmitifique en el país, que una mujer pueda jugarlo y hacerlo igual o mejor que un hombre.
Aráuz cree que la mejor manera de hacerlo es con campañas que concienticen a la sociedad sobre este tipo de situaciones.

“Nosotros ya hemos hecho algunas campañas para que las personas entiendan que todos estamos en la misma olla y hemos tenido aceptación. Lo que queremos hacer es llevar a las jugadoras a los colegios para hacer partidos de exhibición, donde se demuestre que no solo patean la pelota sino que saben jugar este deporte”, sentenció la entrenadora, que en el 2011 se convirtió en la primera mujer graduada en el Instituto Técnico Superior de Fútbol (ITSF) de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF).

Durante su crecimiento, que se dio entre Quito y Guayaquil, la joven quiteña nunca dejó de lado el sueño de ser entrenadora de fútbol que le había dicho a su profesor cuando tenía 10 años. Por eso cuando le tocó entrar a la universidad ella escogió la carrera de preparación física al no existir la que ella quería, pero después con la aparición del instituto se cambió.

“Mi papá me llamó y me dijo prende la televisión que están hablando sobre un instituto de fútbol aquí en el país”, recuerda Aráuz, quien después de enterarse llevó sus papeles para inscribirse. Aunque no había cupos disponibles, logró matricularse después de que uno de los inscritos se retirara y le cediera su espacio. Esa gestión rindió sus frutos, ya que fue la segunda mejor graduada de su promoción.

“Fue complicado porque todos eran varones y solo éramos 3 chicas, luego me cambié al horario nocturno por cuestiones de trabajo y ahí solo eran varones. Finalmente las chicas se retiraron y me quedé como la única mujer”, cuenta mientras especifica que su trabajo anterior era el de administrar el negocio del papá, un bazar.

Pero todo su esfuerzo fue recompensado el día de su graduación en el 2011, cuando Luis Chiriboga Acosta, presidente de la FEF, se levantó en la ceremonia, la felicitó y como premio a sus notas le dio el puesto de asistente técnico de la selección femenina. “Fue una satisfacción grande porque cuando yo tenía 10 años anhelaba algo que parecía imposible y socialmente no aceptado; es bueno haberlo logrado ahora”, afirma con emoción y seguridad.

Los 2 años posteriores a su graduación ganó experiencia y el año pasado fue oficializada como la entrenadora de los combinados formativos femeninos del país.

Además, tuvo su primer torneo internacional en Paraguay, un sudamericano sub-17 donde la ‘Tri’ se ubicó cuarta en su grupo con solo un punto y sin victorias. Esto fue mejorado en los Juegos Bolivarianos, donde la misma base de jugadoras logró el cuarto lugar.

Este avance y mantener el mismo grupo de jugadoras, ya que a pesar de que es sub-20 la mayoría de futbolistas bordean los 16 años, da confianza a Vanesa para pensar en una clasificación al mundial de la categoría en Canadá.

“Un logro de esta magnitud (clasificar al mundial) cambiaría todo, daría un plus porque por ejemplo los profesores le dicen a las chicas que dejan de estudiar un mes para ir a jugar y no logran nada. Lograr la clasificación demostraría la importancia del esfuerzo de las chicas”, explica Aráuz.

Su camino continúa, su siguiente meta es ser instructora calificada por la FIFA, pero por ahora se enfoca en la ‘Tri’.

El reloj marca las 08:53. Faltan 7 minutos para empezar el desayuno con el equipo, por eso Vanessa se despide con la misma alegría con la que empezó la plática. Dos días después de esa conversación, el 10 de enero, la selección nacional viajó a Uruguay, donde hoy debuta ante Argentina a las 20:00 (17:00 de Ecuador) en Fray Bentos, la sede donde jugará todos sus encuentros.

Datos

Vanessa Aráuz  nació  en  Quito,   pero   ha  vivido  en  Guayaquil   en   3   períodos distintos, el último se dio cuando vino a la universidad hace 6 años y se mantiene hasta ahora.   

Fue nominada por una revista a mujer del año 2011 y quedó en cuarto lugar.   

Antes de ser entrenadora también fue jugadora de la selección nacional femenina; jugaba de mediocampista.


Es hincha de Emelec y entre risas asegura que su papá es de Barcelona, aunque no lo admite fácilmente.

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