"Tienes que ser el primero en clase, debes sacar en todo 10, verás que a ti te damos todo”, son algunas de las presiones a las que son sometidos los hijos únicos por parte de los padres. Esto sumado a la mala fama que la sociedad les ha dado atribuyéndoles comportamientos egoístas, agresivos y poco sociables. Especialistas aseguran que la forma de ser de un niño depende de su entorno familiar, mas no de cuántos hermanos tengan.

La sobreprotección y la exigencia extrema son algunos de los errores que cometen los padres cuando tienen un solo hijo. Según Diana Jibaja, psicóloga infantil, los padres influyen mucho en lo que los niños quieren, y buscan ver en los menores todo lo que ellos hubieran querido ser. Por esta razón los educan con muchas exigencias. Por ejemplo, los inscriben en varias actividades extracurriculares haciendo que el menor llegue a estar tan saturado en el día que deja de ser niño y empieza a preocuparse por cumplir con las expectativas de sus padres.

Este tipo de educación influye negativamente en la personalidad del niño, podría tener problemas en su autoestima o dificultades para relacionarse con más personas. Además, el menor puede tener ansiedad y sentir frustración. Pero esto no solo lo generan los padres sobreprotectores y exigentes, sino también los permisivos y consentidores.

Algunas parejas quieren cumplir todos los requerimientos de su hijo, le dan todo lo que él quiere, a veces hasta lo innecesario, es entonces cuando el pequeño se vuelven incontrolables, llega a ser agresivo porque piensa que todas las cosas son suyas y que puede hacer todo lo que él quiera.

Según Jibaja, para corregir estos comportamientos hay que corregir primero a los padres y a su entorno familiar. Si los padres son permisivos y muy consentidores, el niño se hace manipulador y ‘berrinchudo. Si los padres son muy exigentes y le sobrecargan de actividades, el niño se hace

ansioso, teme perder, siente angustia por no cumplir las órdenes de los padres, tiene miedo al fracaso y se siente inseguro porque piensa que sus papás se van a enojar.

Jibaja explica que un hijo único no necesita más atención de los padres por el hecho de estar solo, requiere la atención adecuada que cualquier padre da a sus hijos, como estar pendiente de él, darle actividades extracurriculares acordes a su edad, decirle frases afectivas, de superación, etc.

Otro error común que cometen los padres es que centran toda su atención en el niño y no le permiten que haga cosas por él mismo, por ejemplo, le eximen de responsabilidades en su casa como ordenar su habitación. Este modo de crianza hace que el niño se vuelva dependiente, lo que le generará diversos problemas como no poder tomar decisiones por sí mismo.

“El entorno familiar es el que ayudará a que el niño, hijo único o no, sea asertivo, independiente y tenga una autoestima alta. Esto se aprende en el hogar, en la escuela se fortalecen esos valores con el entorno social”, comenta Jibaja.

Aunque se suele creer que el hijo único es egoísta, los especialistas concuerdan que todo depende de lo que aprenda en casa. Según Jibaja, una de las razones del porqué el niño se hace egoísta es porque le sobresaturan de cosas.

“Es normal que sea egoísta en su año o año y medio de edad, es parte de su desarrollo, piensan que todo es suyo. Pero si llega a los 4 años y sigue siéndolo es porque el entorno familiar le enseñó a que lo sea, no le mostraron cómo debe compartir, incluso con los propios padres”, dice Jibaja y agrega que lo normal es que este comportamiento desaparezca cuando empieza su etapa escolar. Además, recuerda que los niños aprenden con el ejemplo.

Una preocupación de los padres de hijos únicos es que estos sientan soledad. De acuerdo con especialistas, estos niños, en algún momento de su vida, sí sienten la necesidad de tener a alguien de su familia mucho más cercano, alguien en quien puedan confiar, contarle sus secretos y ser su apoyo. Por lo general, en los hogares que hay un hijo único no hay muchos niños, ellos no tienen con quién interactuar y se interrelacionan solo con adultos, esto los lleva a madurar un poco a más rápido. 

Esta es la razón de que todo hijo único en algún momento llegue a pedir un hermano, un par con quien pueda jugar. Según Jibaja, esta curiosidad se da entre los 3 y 4 años y medio, a partir de los 5 empiezan a interrelacionarse con otros niños por lo que dejan de pedir un hermano. De ahí que es importante que cuando son hijos únicos se los lleve a lugares donde se puedan interrelacionar con más niños de su edad, como parques, esto les va a dar independencia y seguridad.

Una mascota es ideal para aliviar esa soledad, les ayuda en el ámbito emocional. El animal de compañía dependerá de los gustos de cada niño, sin embargo, los perros son los que mejor llenan este vacío. Es recomendable que el menor tenga al animal desde cachorro para que pueda crecer junto a él.

Según Fernanda Bermúdez, psicóloga clínica del Centro de Psicoterapia Bienestar, existen estudios que demuestran que la soledad en los niños tiene sus ventajas, pues les ayuda a fortalecer su carácter, les lleva a la reflexión, a reconocerse y aprender a resolver solos los problemas, de ahí que también maduran más rápido. 

De acuerdo con Bermúdez, estos estudios tratan de desmitificar al hijo único como negativo. Asegura que todo depende de los padres, de los valores que le enseñan y la disciplina con la que le educan. 

Según la especialista, otro aspecto positivo de ser hijo único es que el presupuesto familiar no está repartido entre varios hermanos por lo que puede acceder a mejor educación, puede hacer varias actividades extraescolares, su calidad de vida es más alta y tiene más oportunidades en diferentes ámbitos. Señala que hay estudios que dicen que el hijo único tiene un mejor rendimiento académico porque sus padres destinan más tiempo para estar involucrados en su educación.

Cuando las parejas logran educar con equilibrio, con reglas y amor, ser hijo único tiene sus beneficios. Por ejemplo, tiene mayor autoestima, recibe más atención de los padres, puede realizar diversas actividades, pero sin sobresaturarse, además, si crecen dentro de un hogar bien estructurado el menor se manejará bien socialmente y, por lo general, suelen ser los primeros de la clase.

Según Jibaja, un hogar bien estructurado es aquel en el que las relaciones familiares son sólidas, cuando los miembros del hogar son unidos y cumplen las normas de la casa.

Para que un hijo único lleve una vida saludable es importante, dice Bermúdez, fomentar una buena autoestima, no exagerar en los calificativos y en la apreciación del niño, se debe reconocer sus debilidades, valorar sus aciertos, identificar sus habilidades y virtudes, pero todo muy ajustado a la realidad; los padres deben crear una imagen saludable para que él se identifique como un niño seguro.

Asimismo, es fundamental involucrarlo en actividades con niños que tengan su edad, con pares contemporáneos, para que entablen amistades con menores con sus mismos intereses.

En cuanto al egoísmo, esta es una actitud aprendida, los padres deben promover la generosidad y evitar este tipo de comportamientos desde ellos como adultos porque los pequeños los observan, son sus referentes. Además, es muy saludable que los padres le permitan a su hijo invitar a sus amigos a la casa con quienes pueda compartir la comida o los juguetes, o que él vaya a las casas de sus amigos. En Navidad podría compartir fundas de caramelos o que entregue la ropa que ya no usa. El compartir es un valor que nace de la educación de los padres. (VE)

Los padres marcan la diferencia para que su hijo sea sociable, generoso, dedicado a los estudios y no tenga problemas de conducta.