Solo quienes han atravesado por un momento de crisis como resultado de un desastre natural saben que lo más difícil es reponerse y retomar el contacto con la vida. El médico psiquiatra Carlos León explica que solo con el tiempo se podrá atenuar el impacto emocional y lograr que los cambios ocasionados por la tragedia sean más llevaderos.

¿La sobreexposición a imágenes trágicas puede insensibilizar a la población?

Si es que nos dan una noticia sobre una tragedia la acompañan de imágenes durante varios días y semanas, seguramente estas se grabarán en el inconsciente, pero yo consideraría que uno llega a perder la sensibilidad de la reacción inicial y se acostumbra a los hechos. Me parece que al sobreexponer al público a imágenes cargadas de dolor, estas, con el transcurso de los días, ya no provocarán el mismo efecto.

Entonces ¿cómo se debería manejar la información gráfica que publican los medios de comunicación en el país?

Me parece que la información gráfica debería ser más sobria. Todos necesitamos información y la exigimos, pero la sobreexposición a imágenes de este tipo puede provocar en algunas personas una indiferencia ante los acontecimientos. En otras personas puede causar la activación de problemas relacionados con la ansiedad. Hay gente que es extremadamente sensible y puede presentar un trastorno de estrés postraumático no solo porque vivió el evento, sino porque lo vivió, de una manera u otra, a través de las imágenes presentadas por los diferentes medios de comunicación.

¿El estrés postraumático es un denominador común de todas las personas que han vivido una situación crítica?

Sí, claro, y hay que indicar también a qué nos referimos cuando utilizamos el término trastorno de estrés postraumático. En realidad, es un trastorno de ansiedad que presentan las personas que estuvieron sometidas a una carga de estrés que sobrepasa los niveles de tolerancia de los seres humanos. Todas las personas nacemos con tolerancia al estrés, porque este no es una enfermedad; sino una respuesta adaptativa que, en un primer momento, nos ayuda a responder de una manera más rápida a situaciones que lo requieren. Hay gente que tiene un nivel de estrés bajo y otras que no lo pueden tolerar y se enferman.

¿Qué factores inciden en esa capacidad adaptativa. Por qué unos se adaptan mejor y otros nos?

Influye mucho la educación, la genética y el mismo entorno familiar. Si alguien fue criado en una familia muy estoica, entonces será más indiferente a los hechos, pero si creció en un hogar de padres sensibles, quizás la respuesta sea otra.

Aunque las personas sean capaces de sobreponerse y de manejar el estrés, llegará un momento en que los sucesos los sobrepasen y no puedan controlarlo. ¿Qué pasa entonces?

Sí, por supuesto, hay niveles de estrés que sobrepasan toda la capacidad de tolerancia de un ser humano, por ejemplo, presenciar la muerte de personas a nuestro alrededor, el fallecimiento de familiares, un secuestro, una violación son, si duda, hechos que nos superan. Vivir estos acontecimientos nos exponen a sufrir trastornos de estrés postraumático que necesitan ser atendidos por un especialista.

¿Es posible superarlo?

Todo depende de cada persona. Hay quienes con relativa facilidad pueden conseguirlo, pero hay otras a quienes les tomará más tiempo. Además, uno de los aspectos curiosos del estrés postraumático es que en algunas personas surge casi inmediatamente y en otras tarda en manifestarse.

¿Por qué?

Esto ocurre por un mecanismo de defensa, de negación, podríamos decir. Es como si las personas se desconectaran y no estuvieran absolutamente conscientes de lo que ocurre a su alrededor. Pasa un tiempo hasta que toman conciencia de la magnitud del evento vivido. En una catástrofe, donde hay miles de damnificados, no se puede dar terapia de uno en uno, es decir, no es factible una terapia personalizada, sino grupal.

¿En qué consiste?

Es necesario contar con el apoyo de psicólogos que tengan el entrenamiento en terapias de grupo y sugiero que a los psicólogos, pastores, sacerdotes y líderes comunitarios les den pautas de abordaje para ayudar a las personas que lo han perdido todo, como ocurre en las costas de Manabí y Esmeraldas. Estos voluntarios y voluntarias deben seguir ciertos protocolos que incluso están en Internet.

Usted dijo en una ocasión que las personas que han trabajado en el tema espiritual tienen más herramientas para superar una crisis que aquellas que no han tenido esta vivencia. ¿Por qué?

Sí. Las personas que tienen fe, definitivamente, cuentan con un elemento de carácter espiritual que les brinda un soporte en el cual apoyarse. Cuando esto no ocurre, entonces es más complicado sobreponerse.

Cada vez es más evidente que los seres humanos no solo somos seres biológicos, sociales y psicólogicos, sino también espirituales. Hay todavía mucha gente que confunde espiritualidad con religiosidad, pero esta última es una manera fácil de llegar a la gente que no se quiere dar el trabajo de encontrar la espiritualidad por sí misma. La religiosidad, como parte de la espiritualidad, ayuda mucho a la gente que atraviesa acontecimientos difíciles.

¿Cómo determinan los psiquiatras el momento en que una persona necesita una medicación?

Se recomienda un medicamento cuando una persona estuvo expuesta previamente a un estado depresivo. Además, cuando ha experimentado trastornos de ansiedad y tiene una genética vulnerable.

¿Qué recomendaría para que estas personas puedan retomar su vida, incluso, con cuadros depresivos severos?

Estas personas necesitan verbalizar lo que han vivido y también retomar sus actividades lo más pronto posible y con eso no quiero decir que se deba minimizar su sufrimiento, pero no conviene prolongar los estados de conmiseración consigo mismos. Hay que intentar realizar una actividad, cualquiera que esta sea y procurar seguir con la vida diaria. (ARB)