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El fútbol en medio de la oscuridad

El fútbol en medio de la oscuridad
27 de agosto de 2016 - 00:00 - Redacción de7en7

El árbitro da inicio al partido. Los futbolistas estiran sus brazos hacia el frente, escuchan detenidamente al balón y corren tras él. Aunque apresuran su paso con precaución, algunos choques con sus oponentes son inevitables en medio de la oscuridad.

El balón deja de sonar, los jugadores se detienen, pero no bajan los brazos, y en medio del bullicio escuchan la voz de sus guías. Enseguida, uno de ellos encuentra la pelota, la patea, y empieza nuevamente la disputa por acercarse al arco.

Meter un gol en los partidos de fútbol de personas invidentes parece imposible. Y es que cada equipo entra a la cancha con 4 jugadores con discapacidad visual que se enfrentan a un arquero vidente. De ahí que para ganar un encuentro deportivo así se requiera más de una estrategia.

Los jugadores se mueven en la cancha gracias a 3 guías: el llamador que se ubica tras el arco del oponente, el entrenador que se coloca al borde de la mitad de la cancha y el arquero.

Para que el partido no se convierta en una mezcla de indicaciones, cada jugador sabe a quién escuchar de acuerdo con su ubicación. Para esto la cancha se divide en 3 tercios. El arquero se encarga de guiar a los defensas ubicados en el primer tercio, el entrenador al tercio medio y el llamador a los delanteros ubicados en el tercer tercio. Las indicaciones deben ser concretas, para que los jugadores sepan por dónde ir.

“Ya cogiste la pelota, sigue adelante, patea”, dice Édison Gordón, de 53 años, durante un partido. Es entrenador del equipo Tigres de la Milton desde hace 3 años y explica que la preparación de los jugadores se basa principalmente en la orientación dentro de la cancha. Además, es importante la coordinación y la unión entre compañeros.

La comunicación entre los jugadores también es fundamental. Siempre deben gritar por dónde están o si se acercan a la pelota. 

“Santiago, dónde estás”, “toma”, “dame acá” y “estoy aquí” son algunas de las frases que se escuchan dentro de la cancha. Sin embargo, una de las más importantes es la palabra “voy”, no decirla en forma clara y audible en el momento de buscar o disputar el balón se considera falta. Según Lenin Guapanquitsa, jugador de 21 años del equipo Renacimiento, la falta se debe a que si no hablan, podrían causar choques fuertes.

En estos encuentros deportivos el oído es todo, no solo para escuchar a sus compañeros y a los guías, sino para escuchar al balón e identificar su ubicación. La pelota tiene cascabeles que suenan mientras rueda por la chancha, este sonido es clave para que los jugadores sepan a dónde ir.

“Nosotros jugamos con los oídos, con el tiempo el oído se nos abre un poco más y podemos incluso captar los movimientos de los jugadores en la cancha, presentimos cuando se acercan”, dice Guapanquitsa.

Para entrar a la cancha, los ojos de los jugadores son tapados con parches y un antifaz, y es que algunos participantes tienen ceguera parcial. Algunos utilizan protecciones en la cabeza, una cinta acolchonada que cubre la zona frontal, parietales y occipital del cerebro.

El partido dura 50 minutos, dividido en 2 tiempos de 25 minutos, con 10 minutos de descanso. Debido a los problemas de orientación de los jugadores y para que el partido no pierda ritmo y jueguen ininterrumpidamente, estos encuentros deportivos se realizan en canchas pequeñas. Según el portal web www.discapacidadonline.com, se trata de partidos de fútbol de sala, pues las dimensiones del campo de juego son de 40 metros de largo por 20 metros de ancho.

De acuerdo con Gordón, en el Ecuador no existen aún canchas adecuadas para que gente con discapacidad visual juegue fútbol. Por ejemplo, se requiere que estos espacios tengan vallas en los bordes para que el balón no se salga y el juego sea fluido. Estas vallas deben medir 1,20 metros de alto y deben estar ubicadas en un ángulo de 10 grados hacia afuera para que los jugadores no se golpeen.

Pero estas carencias no han sido una limitante para que jóvenes entusiastas que viven con esta discapacidad aprendan cómo jugar fútbol en la obscuridad. Todos empezaron igual, con golpes, caídas y algunas heridas leves. Ese es el caso de Carlos Chiriapa, de 36 años, jugador del equipo Luis Braille. Dice que juega porque hacer deporte le ayuda a despejar la mente.

Sin desanimarse, cuenta que a los 5 años le detectaron glaucoma, un grupo de afecciones oculares que pueden dañar al nervio óptico, así perdió totalmente su visión. Es bachiller en Ciencias Sociales y actualmente trabaja como cobrador ejecutivo en un call center.

Con el mismo entusiasmo juega José Chimbolema, de 23 años jugador del equipo Renacimiento. A los 13 años, en un partido de fútbol se cayó y se golpeó la nuca. Poco a poco perdió la visión y a los 17 años todo se obscureció.

Hace un año volvió a las canchas. Empezó de cero, pues no sabía cómo debía jugar entre personas no videntes.  

“Desde que perdí la vista ya no había jugado. Ahora cuando juego me olvido de todo, se me van mis preocupaciones y mis problemas. Además, me ayudó a perder el miedo a caminar por las calles, ahora ando tranquilo”.

Antes de entrar a la cancha, cada equipo se reúne, repiten las estrategias y se dan palabras de aliento. Todos se divierten en el partido, los choques no obstaculizan su único objetivo: meter un gol. 

Curiosidades

El balón es la principal adaptación que tiene el fútbol sala para personas con discapacidad visual. Naturalmente es el gran objetivo dentro del juego, pero en este caso adquiere una doble importancia debido a que la sonoridad es decisiva y determinante, convirtiéndose en primordial para la orientación del jugador.

Este fútbol se disputa al aire libre por la importancia que tiene la percepción acústica en los deportes para personas con discapacidad visual, y con la intención de evitar la inadecuada resonancia de los estadios cerrados, que resulta incómoda para los jugadores.

Su superficie debe ser de cemento o de césped artificial porque permiten que el balón suene.

www.discapacidadonline.com

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