Su consumo no es reciente, pero cobró mayor fuerza en las últimas décadas, cuando los ‘gurús’ de la alimentación saludable convirtieron a la spirulina en el mejor remedio para bajar de peso. Este y otros beneficios, propios de esta alga verdi-azul, desataron, al mismo tiempo, una cobertura mediática que reforzó aún más la idea de que la spirulina era prácticamente un milagro de la naturaleza.

Si bien esta alga tiene beneficios para la salud, únicamente se la aprovechó para combatir los problemas de sobrepeso. A diferencia de la mayoría de las plantas, que deben ser cultivadas y cuidadas, la spirulina es una planta considerada superviviente, es decir, capaz de soportar variaciones extremas de temperatura, lo cual la convierte en una buena opción de cultivo en tierras pobres, pero, sobre todo, inhóspitas.

Quizá sea por ello, que la spirulina ha servido de alimento a numerosas culturas a lo largo de la historia en África, Oriente Medio y América. Aunque existe desde hace 3.500 millones de años, esta alga no salió a la luz sino hasta los años 1960, cuando el botánico belga Jean Léonard se dio cuenta de que una tribu de Chad gozaba de mejor salud que otras porque sus miembros comían spirulina.

Hoy, son varias las regiones de África que se benefician con el consumo de esta alga que promete combatir la malnutrición. No es un medicamento ni un producto mágico: es un alimento energético por su cantidad de proteínas y antioxidantes. De hecho, se emplea como un suplemento nutricional para los niños desnutridos del continente africano.