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LARA, las Galápagos sometidas al diálogo del arte contemporáneo

Balseca, en colaboración con Segundo Ruiz, forjó la escultura en madera ‘El origen de las especies introducidas’.
Balseca, en colaboración con Segundo Ruiz, forjó la escultura en madera ‘El origen de las especies introducidas’.
Foto: cortesía LARA 2016 / CAC
13 de septiembre de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Ocho artistas contemporáneos hicieron una residencia de dos semanas en marzo de este año en las islas Galápagos. El trabajo resultante hará parte de la exposición LARA (Latin American Roaming Art) que llega al país en su cuarta edición, de la mano de 3 artistas locales y 5 del extranjero.

La residencia, según el curador de esta edición, Rodolfo Kronfle Chambers, consistió en que los participantes “se puedan conectar con el lugar, puedan aprender, embeberse, tener una sintonía con el sitio que, luego, los pueda llevar a responderle a esa experiencia con la creación de sus obras”.

El plazo de la residencia tiene que ver con presupuestos, logística y fue el mismo que las anteriores ediciones, hechas en Colombia (en Honda), Perú (Ollantaytambo) y México (Oaxaca). Estos 3 enclaves, diversos, tienen en común el no ser parte de los centros metropolitanos, de las ciudades.

Galápagos tiene el valor agregado  de ser un contexto muy poco abordado desde el arte contemporáneo, lo cual constituye un reto para los enfoques y técnicas usadas en su representación.

Las contradicciones de un paisaje

En el Centro de Arte Contemporáneo se monta la muestra LARA 2016 y Kronfle revisa 4 pabellones. En cada uno estarán distribuidas las disímiles obras de 2 artistas, para es establecer un diálogo usando distintos medios: pintura, videoarte, instalación, performance, dibujo. “Se trabajó desde los intereses de los artistas -cuenta el curador, en el patio del CAC-, que van desde el uso de narrativas históricas (como la vida social de Galápagos, muy poco conocida, e incorporada como un subtexto en varias de las obras) o la recodificación del paisaje, respondido desde subjetividades tan íntimas como la percepción del clima, su humedad”.

Rodolfo Kronfle es el curador de la muestra y la define como la “exposición más grande de arte contemporáneo que se ha hecho sobre las islas Galápagos”. Foto: Marcos Salgado / El Telégrafo

La artista colombiana María José Arjona (Bogotá, 1973) desarrolló una performance de larga duración titulado Línea de vida. La propuesta se basa en la observación de los hábitos del león marino, “animal que -como dice en el catálogo de la exposición- manifiesta un curioso comportamiento al apropiarse de la infraestructura construida por el hombre, descansando en muelles, usando piscinas y durmiendo en las sillas perezosas de los hoteles”.

Los residentes en Galápagos suelen ser mayoría frente a sus habitantes y el que sean artistas en busca de una historia, inspiración acaso, los hace particulares. Kronfle distingue las obras de los 5 artistas internacionales con los 3 nacionales. “Los ecuatorianos han trabajado un poco con la percepción del imaginario galapaguense que tenemos en el país y no tanto con el embelesamiento que una visita al archipiélago le puede producir a un extranjero”, dice y es inevitable preguntarle su definición del imaginario al que se refiere, al ser las Galápagos un territorio distinto al resto del país y poco conocido para los continentales.

Kronfle responde: “Para el ecuatoriano promedio, Galápagos es parte de esa identidad construida que se tiene del país. Donde al nombrar las regiones (Costa, Sierra y Oriente) le sigue el estribillo aquel de ‘territorio insular’. De alguna forma, la posesión de estas islas hace sentir orgullo en los ciudadanos porque, aparte de ser un patrimonio de la humanidad, son un tesoro biodiverso”.

La artista venezolana Emilia Azcárate (Caracas, 1964) se fijó en señales y coincidencias que sintetiza en composiciones geométricas y metafísicas. Emilia empleó dos objetos esenciales del mobiliario turístico de las islas para desplegar sus pinturas: un perchero para tablas de surf y un estacionador de bicicletas. En estos acomodó 5 cuadros de doble cara y superficie troquelada, cuya cromática y lenguaje al borde de la abstracción se basa en diseños derivados de la naturaleza (la disposición de las espinas y siluetas de los cactus, por ejemplo), la arquitectura (alusiva al Muro de las Lágrimas, un emblema natural de la isla Isabela), o una encuesta a los participantes de la residencia sobre los colores que más asocian con el archipiélago.

“Hay opiniones divergentes sobre si la industria turística contribuya a que esto se preserve y ahí viene la contradicción entre las dinámicas del desarrollo urbano y la lógica conservacionista”, señala Kronfle al explicar las obras.

Las tres obras de autores ecuatorianos incorporan narrativas que “no necesariamente problematizan (el contexto), pero se focalizan en asuntos que no tienen que ver con la visión romántica que se tiene de las islas”, dice el curador.

El artista ecuatoriano Adrián Balseca (Quito, 1989) aborda las paradojas que conllevan los procesos de industrialización del país y los simbolismos inmersos en estos. En LARA, Adrián aborda “la contradictoria necesidad de introducir especies maderables (para atender principalmente las necesidades de la industria hotelera) en un reducto natural donde prima la preservación de lo nativo y endémico”, dice el catálogo de la muestra, que se inaugurará el jueves 15 de septiembre, a las 19:00.

Los artistas modernos que representaron Galápagos antes de LARA son Manuel Rendón, César Andrade Faini, Pablo Cardoso, quien más de una década trabajó con paisajes del Archipiélago, desde un de vista al que mostrará esta vez. Otros artistas han hecho peregrinajes muy recientes a las islas para trabajar desde ese contexto, entre ellos, Gonzalo Vargas y Óscar Santillán. (I)

Datos

El proyecto Latin American Roaming Art invita anualmente a 8 artistas a participar en una residencia, en una locación específica de un país latinoamericano. Basados en esa experiencia, los participantes producen una obra para una posterior exhibición colectiva.

LARA 2016 reunirá las obras de los artistas contemporáneos María José Arjona (Colombia), Emilia Azcárate (Venezuela), Matías Duville (Argentina), Florencia Guillén (México) y Paula de Solminihac (Chile).

Las ediciones pasadas se hicieron sobre Honda, en Colombia; Ollantaytambo, en Perú; y Oaxaca, México. Las muestras se desarrollaron en las capitales de esos países.

Los artistas nacionales que intervendrán en la edición ecuatoriana de la muestra son Adrián Balseca, Pablo Cardoso y Manuela Ribadeneira. Esta última -quien reside en Londres, Reino Unido- suele recurrir al detalle anecdótico inscrito como accesorio en la narrativa histórica para configurar la forma final de sus objetos e instalaciones.

Sobre las islas, Manuela usó cartón  troquelado con láser, en ‘Las Encantadas’, instalación que diseñó en colaboración con Víctor Hoyos y Paúl Astudillo (diseño digital).

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