Eran las 18:00 y el cielo estaba opaco, cargado, apenas leves rayos de sol atravesaban las nubes. A esa hora debía ingresar el centenar de fanáticos del grupo español Mago de Oz a la cancha del Club Nacional, donde daría su primer concierto en Guayaquil para promocionar el álbum Hechizos, Pócimas y Brujería.

Muchos de los seguidores estaban en fila desde las 14:00 para conseguir una buena ubicación. Recién a las 19:00 miembros del staff y de la Policía Nacional permitieron que ingresaran. Los que iban a general se ubicaron en las gradas de la explanada improvisada.

Mientras tanto, los de VIP corrieron para tener un puesto privilegiado al pie de la cerca metálica, que los separaba del escenario. Minutos después empezó un torrencial aguacero que empapó en cuestión de segundos a quienes se hallaban al descubierto. “Uno a 3 dólares, 2 por cinco”, gritaban los vendedores de encauchados o “ponchos” aprovechando la lluvia.

En medio de la marea humana llamaban la atención varios grupos que parecían ser familias. Ese es el caso del médico Leopoldo Márquez, quien fue acompañado de su hija Andrea, de 11 años. “Yo sigo a Mago de Oz desde hace una década. Mis colegas me criticaron cuando supieron que traería a mi hija, pero prefiero que ella escuche música con contenido y que la haga pensar”, comentó Leopoldo.

Andrea, con una tímida sonrisa, asintió con la cabeza lo que su padre dijo. “Este es mi primer concierto de rock y ellos me encantan desde que tengo uso de razón”.

El show, cuyo inicio estaba previsto para las ocho, se retrasó, lo que obligó a la organización del evento a abrir con la banda guayaquileña Rokket. A pesar de que tocó solo dos temas se lució con su interpretación de Paranoid.

“Rokket no es mi estilo pero tocaron bien. Aún así, quiero ver a Mago. Desde la tarde les seguimos los pasos, hasta nos firmaron su último disco en el Unipark Hotel. Esta noche vine con mi familia”, expresó Wilson Chávez, de 32 años, acompañado por su esposa y tres hijos, y quien también ha seguido al grupo en varios conciertos internacionales.

“Este es el cuarto concierto de Mago al que asisto. Fui al de 2009 cuando se despidió el antiguo vocalista, ahora quiero ver en vivo cómo le va al nuevo”, expresó Wilson Chávez (hijo), de 14 años.

La lluvia no se detenía y el público se animaba con la frase de uno de los temas del grupo de rock sinfónico, “hasta que el cuerpo aguante”.

A las 20:00 tocó el grupo Cabaré, con un estilo musical parecido a los desaparecidos Héroes del Silencio, por la voz de su cantante, Maycol Ureta. Como ocurrió con Rokket, solo tocaron dos temas. Ureta anunció que tendrían que apagar los equipos por media hora para evitar un cortocircuito producto de la fuerte lluvia. Pero ese tiempo se convirtió en una hora y luego en dos.

Los cigarrillos y la cerveza ya no contentaban a los seguidores que observaban que poco a poco empezaban a desarmar la batería  de la banda ibérica. “Olé, olé, olé, olé, Mago, Mago”, era la consigna que todos gritaban, reclamando al ver que nadie daba declaraciones.

A las 22:00 salieron varios de los integrantes de Mago de Oz. “Por motivos ajenos a nosotros, no habrá presentación. Uno de nuestros técnicos tuvo un accidente atrás del escenario y los equipos se han estropeado por la lluvia”, dijo Txus de Fiallo, baterista y autor de varias canciones del grupo, quien se comprometió a ofrecer otro show.

Solo quedó la ira, botellas que lanzaba el público y la decepción en los rostros mojados de los fans de Mago de Oz que deseaban verlos tocar en la urbe. Pero todos resistieron hasta el final, “hasta que el cuerpo aguante”.