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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

Con la misma Vargas que mides, serás medido

14 de octubre de 2020 - 00:00

Es sabido que la historia siempre la escriben los vencedores. Pero después de doce años de revolución ciudadana, los resultados están a la vista: Los programas oficiales de estudio de historia borraron y corrompieron hasta el pasado. Ahora resulta que hay que derrumbar monumentos de los reyes y conquistadores como una estrategia de recuperación de la memoria y de la conciencia.

Ayer veíamos en Quito, cómo un grupúsculo de mestizos vestidos con ponchos trataba de tumbar la estatua de la Reina Isabel la Católica. Un mestizo más “trigueño” que el resto, acusaba con voz insultante a la escultura de bronce de la Reina: ¡Genocida! ¡Genocida! El mismo mestizo dmendaba, a la Policía Nacional que permitiera el derrocamiento de la escultura, pues “los tratados internacionales” respaldaban el vandálico acto. 

Entre indignación y burla, los cibernautas fuimos testigos mayoritarios de tan canallesco e ignaro evento. La indignación va in crescendo al ver que no hay sanción para estos actos vandálicos que cada día van multiplicándose frente a la mirada casi cómplice de las autoridades.

Los ecuatorianos no somos huairapamushcas. No somos unos hijos del viento.  Somos, si no ciudadanos del mundo, provenimos  de dos culturas, las indígenas y la española.

Hablar de genocidio es un despropósito. Según el DRAE, se entiende como “el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”.  Genocidio es lo que cometió Hitler o el genocidio chino o el armenio.

El tirano corrupto Hugo Chávez en sus cálculos torcidos, estimó que de los 90 millones de indígenas que habitaban estas tierras, quedaron apenas tres millones. Desde cualquier punto de vista, este cálculo a más ideológico es absurdo. Estudios históricos matemáticos más realistas como el de Ángel Rosenblat, calculan que fueron 13 millones de habitantes que vivían o en estas tierras. Y de esos, perecieron algunos a causa de guerras intestinas o de de pestes como la de la viruela.

Esta versión ideológica e ingenua de la historia, escamotea el espíritu depredador, sanguinario y belicista de pueblos indígenas que incluso practicaban sacrificios humanos de niños, mujeres o ancianos.

Llegará el momento en que la historia juzgará con la misma Vargas que están midiendo ciertos grupos… (O)

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