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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

Los enemigos de la realidad

28 de octubre de 2021 - 09:28

Antonio Escohotado, en conferencia dictada en la Universidad de Sevilla, bajo el título de Los Enemigos de la Realidad, presentó su obra máxima Los Enemigos del Comercio. No es un simple juego de palabras. Postula que el comercio es la realidad, pues vivimos una sociedad que es básicamente comercial.

El autor sostiene que llevamos 2500 años litigando con dos modelos de sociedades: una, clerical militar y la otra, comercial. Los defensores del primer modelo acusan al comercio como un elemento que perjudica a la humanidad. Asocian suciedad con el dinero, con el oro o con la riqueza.

El filósofo español en sus investigaciones descubre que es la comunidad de los esenios, secta judía contemporánea a Jesucristo, establecieron como principio o mandamiento el no practicar el comercio. A esta comunidad perteneció Juan el Bautista y la familia materna de María. Esta forma de pensar continuó durante la Edad Media. Carlomagno y  luego su hijo Ludovico, persiguieron y castigaron a todos aquellos que, como resultado de transacciones mercantiles, obtenían ganancias en dinero. Familiar del concepto de plusvalía marxista.

Es claro que la tradición de los esenios supervive hasta nuestros días. El dinero se asocia con putrefacción. Dada la tradición conservadora clerical, la propiedad es un robo y el comercio es su instrumento. Aquí se funda la primera religión política moral.

Siendo ateos, Marx, Engels, Stalin, Mao, Fidel, el socialismo del siglo XXI son herederos de este mandamiento religioso que fustiga la generación de riqueza. La izquierda está por acabar con la clase patronal por poseer bienes y capital, cuyo origen siempre es el robo.

Lo curioso de todo es que las principales figuras del socialismo y del marxismo nunca han practicado la pobreza. Por ejemplo, está Marx quien nunca trabajó, pues vivió de la riqueza de su amigo rico terrateniente y empresario Friedrich Engels. En ese caso la propiedad y el capital no estaban mal.

El cristianismo también lleva su parte, aunque nunca fustigó al esclavismo, sí criticó a los préstamos con intereses. Los clasificó como usura. Ha censurado y perseguido la riqueza. Claro está que es la de los otros…

La patrística, como filosofía del cristianismo, al igual que Carlos Marx arremetieron contra la riqueza y el comercio. He aquí el cimiento moral de los movimientos de izquierda latinoamericanos.

La izquierda se ha convertido en el enemigo número uno de la realidad. Quiere desconocer que existe un impulso o una pulsión naturales por mejorar los niveles de vida. Pero ideologías marxistas hoy han desenterrado una espada plástica bolivariana que hace apologías de la pobreza y de la igualdad. La pobreza no es para los dirigentes revolucionarios.

Cerrando los ojos esperan que, al abrirlos, las deudas desaparecerán y los precios del gas y la gasolina se mantendrán bajos toda la vida. Desconocen que su “pana” Nicolás Maduro tuvo que subir el precio de la gasolina en un 1.900 %.

Al otro lado de la orilla se encuentra aquellos actores sociales que están dispuestos a correr riesgos y demandan libertad para emprender pequeños o grandes negocios.

El instrumento del progreso se llama mercado y en este ámbito se da el comercio que genera la riqueza de los pueblos. Quienes no empujen esta idea son enemigos de la realidad.

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