La Cumbre de las Américas reúne a los mandatarios de los países de la Organización de Estados Americanos (OEA). Desde la década de 1990, ha sido un espacio para tratar temas clave para la región. En las dos últimas cumbres llevadas a cabo en Lima en 2018 y en Ciudad de Panamá en 2015, se trataron como temas centrales: “Gobernabilidad democrática frente a la corrupción” y “Prosperidad con Equidad: El Desafío de la Cooperación en las Américas” respectivamente. En el contexto de recuperación de la pandemia, el continente se prepara para retomar en junio 2022 este mecanismo de diálogo con su novena reunión, la sede será Los Ángeles y el enfoque propuesto es “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”.
A más de su importancia para la cooperación, estas cumbres también se han convertido en un espacio de deslegitimación de los gobiernos que no son invitados, por ser considerados no democráticos. Es el caso del gobierno cubano, que fue excluido durante varios años debido al bloqueo que Estados Unidos mantiene contra la Isla, y que, en 2015, fue nuevamente invitado en medio de la presión de varios gobiernos de izquierda. En 2018, el Gobierno de Nicolás Maduro no fue invitado, y en ese mismo año la ausencia de Donald Trump evidenció el poco interés de dicho gobierno en América Latina.
En esta edición, también hay incertidumbre por la falta de invitación a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Varios gobiernos de izquierda de la región han expresado su rechazo a estas exclusiones por parte del país anfitrión. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha mencionado que no asistirá a menos que se invite a estos mandatarios, e incluso presidentes de derecha como el de Ecuador, Guillermo Lasso, han mencionado que preferirían que todos los países de la región participen en consideración a sus poblaciones. Jair Bolsonaro, el mandatario de Brasil, no ha confirmado aún su participación, en medio de la controversia por su cercanía a Donald Trump y a Rusia.
Es claro que, si bien los países latinoamericanos siguen bajo una fuerte influencia estadounidense, sobre todo comercial, buscan en cada edición posicionar que a nivel político no están dispuestos a aceptar todo lo que propone el país norteamericano, y que en la OEA todos los estados deberían tener el mismo peso de voz y voto. Una opción para condicionar a los gobiernos autoritarios podría ser invitar a representantes de otros poderes del Estado. Por otro lado, este espacio no debería perderse para lograr una estrategia regional de diálogo y recuperación post-pandemia.
Incertidumbre sobre la próxima Cumbre de las Américas
