Hace 20 años, Lisandra Rivera y Manolo Sarmiento estrenaron el documental Problemas Personales. La película se enfoca en las figuras de Antonio, un guayaquileño con un leve acento madrileño; Jorge, un riobambeño procesando su migración a España; y, Geovanny, un lojano que acaba de llegar a Madrid y optará casi enseguida por volver al Ecuador. El documental, por lo tanto, se estructura a través de las tensiones y desequilibrios que estas variantes o “problemas” de la migración presentan.
Antonio ya tiene papeles. Vive con su familia en Madrid y se dedica al comercio de bebidas y diversión junto a otros migrantes en el parque de El Retiro. Ese espacio está en disputa. Antonio ocupa un lugar clave en la organización incipiente que da seguimiento a los conflictos que van surgiendo ahí (un gestor cultural, como se dice ahora). Además, alardea de sus papeles de residencia, como si fueran un escudo de hoplita. Su problema es que es algo así como un anti-patriota también. Se la pasa tratando de convencer al resto de sus compañeros migrantes que nuestro país no tiene salvación, que los políticos nunca cambiarán y que el único destino posible es el exilio. Sin embargo, en una escena maravillosa de juerga y liberación se lo ve en el éxtasis inevitable del “¡¡Viva el Ecuador!!” mientras festejan el día de la madre.
Jorge emigró solo. Vive en una situación tipo “cama-caliente”. En el departamento que habita debe haber unas seis o siete personas más, siempre andando. Su cama solitaria está a menos de un metro de distancia de otra, compartida por un matrimonio somnoliento. Jorge es responsable, acolitador, un buen vecino. Se muestra como una persona comprometida con su familia. Llama sistemáticamente a su esposa, “la gordita”, desde unas cabinas telefónicas que le cobran el minuto en pesetas. Pero su problema es el de la fidelidad a esa idea de familia. En un festejo celebrado en el departamento cohabitado, se escapa otro Jorge, un aspirante a Don Juan, quiere desesperadamente que cualquier mujer lo abrace. Dice que su esposa ausente le ha dado permiso para enamorarse.
Geovanny es soñador. Se hace tomar fotos en los lugares turísticos de Madrid pero no asegura los temas laborales disponibles, no se impone para que otros le tomen en cuenta, y no se adapta cuando finalmente consigue un trabajo en Murcia. Baja los brazos y opta por lo que él mismo denomina “el camino fácil”: volver. Entonces se convierte en empresario del momento. Aprovechará su único viaje de regreso al Ecuador para llevar encargos. Incluso un bebé de dos meses que su madre envía de vuelta al país. Así se cubren los costos. La escena que revela de mejor manera su problema es una llamada telefónica a casa. Se quiebra, le falta el aire: Geovanny en verdad es una de esas personas que no puede vivir separado de su familia y en este mundo eso es un fracaso.
Problemas personales es un hito del cine ecuatoriano. Merece la pena ser celebrada, vuelta a ver, conversada. Su temática social es profunda pero no es realismo social. Rivera y Sarmiento lograron filmarla de un modo cercano e involucrado pero sin pompa, sin meta-anuncios de un mundo quebrado ni de uno porvenir. La película se quedó ahí, quieta, mirándonos a nosotros desde el fin de siglo pasado, desde el Ecuador sin celulares del feriado bancario y por eso, porque nos mira, envejeció bien. Es una sabia, ahora.
Hay un mensaje pintado en una de las paredes de Madrid: “SUDACAS FUERA”. Está de fondo y siento que la película prácticamente lo ignora, no porque no sea un aspecto relevante de la historia, sino porque se ha disuelto en el paisaje de todas las migraciones. El documental no va sobre el odio, va sobre problemas personales: el de la basura, el del trabajo, el de la palabra, el de la invisibilidad, el del territorio y el de la informalidad, el del cambio monetario, el de la tristeza, el de la música nacional. Feliz aniversario y larga vida a este documental.
