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El Telégrafo

Estampas navideñas

Estampas navideñas
13 de diciembre de 2013 - 00:00

Hay cosas que definen estas fechas navideñas, por ejemplo las lucecitas que cuelgan en las ventanas y fachadas de las casas que pueden ser de varios estilos, desde las tradicionales que se prenden y apagan arrítmicamente o las que permanecen encendidas o las modernas que son ‘led’ y que están programadas para hacer piruetas, amén de las que tienen musiquita, esa tonada que pretende ser dulce y conciliadora pero que resulta más chinchosa que la alarma sensible del carro del vecino, esa que suena porque se le paró una mariposa. Y es que al principio la cancioncita suena linda las primeras 12 horas, pero conforme se le va acabando la pila suena como si estuvieran violando un violín con una viola, trompeando una trompeta o destripando un piano.

Pero ya no todo el mundo pone lucecitas, la luz sale carísima dicen los entendidos en la materia, creo que por eso sorprendí a mi vecina con la caja de marcadores de colores y acuarelas de sus hijos pintando los focos ahorradores de la casa para decir que ya andan navideños.

Lo que sí se aprecia desde fuera de las casas es que todas ya tienen puesto el árbol, de todos los tamaños y colores, hay arbolotes y arbolitos, pero eso sí, con todos los adornos de moda y los que pasaron de moda también, ya que los accesorios navideños tienen esa magia que hace que no los boten sino más bien los suman y los van mezclando con los nuevos, de tal forma que ese árbol es un fiesta en la que están invitadas todas las bolas, bastones, guirnaldas y estrellas que encontraste, no importa que sea de la Navidad del 80.

Debajo del árbol está el nacimiento, que cada vez es más pequeño, y cuando se pierde alguna figura, los más creativos lo reemplazan con un G.I.Joe.

Y a veces sucede que el niño lo trae la abuelita que no sabe que tu nacimiento es chiquito y coloca un Jesús que es tres cuartas partes más grande que todo tu Belén, por su dimensión parece un Kaiju de Pacific Rim.

Al mismo tiempo, por toda la casa los frascos de especias comienzan a colmarse de dulces y caramelos, por eso las galletas huelen a comino y los chocolates saben a cubito de gallina y algunos hasta dejan un plato de leche y galletas para Papá Noel sin pensar que con ese sobrepeso y esa edad el veterano gordito seguro tiene problemas de azúcar y presión alta, o quien sabe llegará flaquito y sin hambre porque se hizo la manga gástrica.

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