Años atrás se corría el peligro de que si alguien salía por las noches podía ser víctima de robo. Ahora es más que seguro que eso ocurra. Los delincuentes se han tomado las noches quayaquileñas y quiteñas.
No hay lugares (barrios) donde esta plaga no haga su aparición con atrevida e inusitada maldad, siendo lo más brutal y aterrador el secuestro y la violación. Y el asalto a mano armada, que además de perjudicarlo en sus bienes le arrebatan la vida, dejando una secuela de angustia, dolor y abandono que cambia la existencia de familias enteras.
Si sale a pararse en la esquina de su casa, le roban. Al entrar a su casa de noche, le roban. Encontrándose en casa, hacen un horado en la pared, violan a las féminas... y les roban. Si asiste o realiza una fiesta, en lo mejor del baile le roban. Cenando en un restaurante, le roban; sube a un colectivo o Metrovía, se embarca en un taxi formal o pirata, le roban; haciendo ejercicio en un parque o gimnasio, le roban; en una discoteca, dentro o fuera, lo escopolaminan creando con el licor ingerido un cóctel mortal.
La Policía podría implementar más agentes en las noches. Como estrategia, la cuadriculación de las ciudades en circuito de cuatro manzanas, con un policía a pie o bicicleta por los cuatro lados. Las motos y carros recorrerían el interior de los circuitos. Si falta personal, las FF.AA. pueden prestar su contingente.
César Antonio Jijón Sánchez