Se trata de un acto reflejo, en forma de mensaje que el cerebro envía al corazón, hace que la persona caiga al suelo y quede inconsciente. A veces, especialmente cuando hacemos ejercicio, nuestras arterias abren pequeñas ventanas cerca de nuestros músculos para aumentar el flujo sanguíneo y liberar oxígeno cuando se necesita, lo cual aleja la sangre del cerebro.
Los nervios y corazón trabajan juntos para mantener la presión sanguínea perfecta y ayudar a impulsar la sangre hacia el cerebro y otros órganos. Lo que nos hace diferentes a la mayoría de los animales es que nuestra cabeza está a más altura que nuestro corazón, por lo que nuestros cuerpos tienen que luchar contra la gravedad e impulsar la sangre hacia arriba. Hay personas que se han desmayado un par de veces en su vida y otras que nunca lo han hecho.
Hasta el 40% de la gente se desmayará a lo largo de su vida. Y la mayoría lo experimentará una, dos o tres veces; suele haber una proporción de pacientes mucho más pequeña que se desmayarán de manera repetida. Hay familias que tienen más tendencia a desmayarse; a las mujeres les ocurre más que a los hombres.
La razón es que las mujeres suelen tener un corazón más pequeño y menor volumen de sangre, por lo que, cuando se levantan y la gravedad impulsa la sangre, hay más tensión en el sistema circulatorio. (O)
Stephany Melissa Acosta Pillasagua