Los mercados de la ciudad de Guayaquil se los ha maquillado. Bueno, se les ha dado un brochazo y parecen esas personas de edad madura que tratan de ocultar las arrugas de la cara con maquillaje.
Pero lo básico, no se le ha dado la debida prestancia a preservar la salud de la ciudadanía. Los alimentos se expenden en perchas o depósitos antihigiénicos. Además, visitados por cucarachas y pequeños pulperos (ratoncitos) que pululan en los pestilentes tachos de basura para saciar el hambre.
¡Pero, qué asco! Al intemperie los pescados y mariscos, sobre mesones que destilan el agua pestilentes del deshielo y va aparar a un canal, los pollos, la carne de res colgados en ganchos y a su alrededor por cientos las moscas.
Me olvidaba, los alimentos se cocinan en ollas mugrientas; platos y cubiertos lavados en aguas sucias y no hervidas para matar las bacterias. Los jugos mezclados con agua de la llave, etc. etc. etc.
Deben proveer de mostradores frigoríficos a los expendedores de: pescados, mariscos, carnes y pollos y para los alimentos preparados nuevas cocinas, ollas, vajillas; y a los cocineros, meseros, gorras y mandiles blancos.
Bueno, puedo llenar páginas y páginas de recomendaciones, pero me canse de escribir. (los inspectores de salud deben ser jóvenes profesionales,entendidos en la materia).
Atentamente,
Héctor García Rivera