Nuevamente el libro de las historias se abre para plasmar la década ganada por la Revolución Ciudadana, los diez años del economista Rafael Correa Delgado, presidente constitucional de la República de Ecuador, que llegó a Carondelet con un programa de gobierno bien trazado; convirtiéndose más tarde en un actor político que marcó un hito en la historia ecuatoriana.
Un verdadero estadista, un líder, un triunfador que traspasó los linderos patrios enarbolando el tricolor nacional a nivel mundial. Dejando al curador en primer plano, con una estabilidad política y una economía en recuperación, aunque los incrédulos digan lo contrario.
Un hombre de manos limpias y corazón ardiente -como dice su eslogan- supo ganarse el respeto de las personas inteligentes y con su carisma se hizo merecedor del cariño de los niños. Aunque tuvo que soportar la traición de sus falsos amigos.
Nosotros, los de a pie, hemos estado bien informados observando toda su trayectoria a través de la pantalla; hemos conocido a nuestro querido Ecuador. Por tal motivo, no podemos dejar pasar por alto nuestro agradecimiento sincero a nuestro querido Presidente. Ha llegado la hora de decirle gracias, muchas gracias, que
Dios lo bendiga el resto de sus días por habernos permitido disfrutar de una paz, una tranquilidad sin huelgas, sin paros; con otros gobiernos anteriores se vivía en zozobra; era un caos. Me siento muy orgullosa de haber sido representada por un excelente líder y ser humano a carta cabal.
Con un abrazo y un fuerte apretón de manos... ¡Hasta la victoria siempre!
Lcda. Lucila Barba Chamba