En Ecuador, la oposición sigue anclada en el pasado. No sabe cómo abordar el presente, mucho menos el futuro. Estamos frente a una actividad económica compleja que no depende del Gobierno porque los problemas vienen de afuera; la oposición no sabe cómo minar la credibilidad del Gobierno, para que el pueblo se vuelva en contra del presidente Correa.
La ciudadanía ecuatoriana demanda económicamente más, pero no demanda otro modelo. No olvidemos que el presidente Correa heredó de sus antecesores una gran crisis económica con niveles de pobreza alarmante debido a la brutal acumulación de fortunas en pocas manos, eso hizo que lleguemos a una verdadera emergencia económica y social siendo urgente una equitativa redistribución de las riquezas y una mayor asistencia social del Estado hacia los grupos más vulnerables.
Y esto es lo que hizo Rafael Correa, y por eso en la historia será recordado como un verdadero estadista. En todo sistema democrático existe alguna forma de oposición al Gobierno, pero en nuestro medio la oposición se fundamenta en la injuria, en la calumnia, los rumores viles de las redes sociales con el fin de dañar la credibilidad del Gobierno para ver si de esa forma pueden recuperar el poder político, porque el económico ya lo tienen. A Dios gracias, el tren imparable de este proceso de cambio impulsado por el compañero Rafael Correa está en marcha y ningún político corrupto podrá detener esta nueva revolución en la cual estamos inmersos.
Nuestra lucha es por la liberación de nuestros pueblos oprimidos y por la convivencia pacífica entre las naciones. Amamos la paz, pero la paz es obra de la justicia.
Somos socialistas porque creemos que el trabajo es más importante que el capital y que el destino final de nuestras luchas es la liberación nacional; en definitiva, queremos una sociedad más equitativa y justa.
Luis A. Ramón