Tuve la suerte de ser beneficiario del Instituto Ecuatoriano de Crédito Educativo y Becas (IECE), cuando mi cantón, Macará (Loja), fue diezmado por la sequía y, de no haber sido por esa ayuda, no hubiera culminado mis estudios universitarios en Quito; luego tuve el honor de ser Director Ejecutivo de ese prestigioso Instituto, de 1984 a 1988.
La filosofía del IECE, inspirada en la trayectoria del médico colombiano Gabriel Betancourt Mejía, creado por el Dr. José María Velasco Ibarra y puesto en funcionamiento por el general Guillermo Rodríguez Lara, era otorgar créditos educativos a los estudiantes de escasos recursos económicos y de capacidad intelectual suficiente, privilegiando al talento humano, en la formación de profesionales que contribuyan al desarrollo social, económico y político para un Ecuador mejor.
Lamentablemente, el IECE desapareció por razones inexplicables, su capital, que se dice era de $ 353 millones, ha sido entregado al Banco del Pacífico, dinero producto del pago de beneficiarios anteriores y del aporte de los obreros, trabajadores y servidores públicos y privados que contribuían con el 0,5% en las planillas que se pagaban al IESS.
Durante el tiempo que desempeñé las funciones de Director Ejecutivo del IECE, se otorgaron más de 200.000 préstamos educativos en los diferentes programas de crédito: manutención, vivienda, matrícula, aranceles, elementos de estudio, tesis, familiar, institucional y pasajes, tanto en el país como en el exterior, cifra que difiere en mucho con los créditos que mensualmente ha otorgado el prestigioso Banco del Pacífico.
Con todas estas consideraciones, solicito al presidente Lenín Moreno que restituya esa fuente de financiamiento a los estudiantes de nuestra patria, con la creación del Banco del Estudiante, a fin de que se siga cumpliendo con la misión fundamental de formar recursos humanos de excelencia para el bien de nuestro Ecuador. (O)
Dr. Alfredo Suquilanda Valdivieso MSc.