Hace pocos años un fenomenal actor guayaquileño en sus caracterizaciones de personajes imitaba a un político en su pose o remedo de fiscalizador. Su actuación lo reducía a un salón escolar; el guión era la permanente ridiculez del personaje por ‘protestar’ por todo - en el aula de clase - simulando que estaba en el congreso de esa época; eso causaba la hilaridad del espectador y el referido sketch tuvo una alta sintonía. Pero como la vida política del diputado duró muy poco, su personaje también perdió actualidad y finalmente como dice la popular canción de Héctor Lavoe : ‘Todo tiene su final’ y ya nadie se acuerda del escandalizador y no se sabe en qué momento dejó de ser político y los actores dejaron de imitarlo porque el personaje simplemente hartó al espectador. Con esa misma política del viejo país, dos asambleístas quieren rememorar lo que ya pensábamos se había superado, el escándalo como arma política, la denuncia sin pruebas, ‘yo denuncio que investiguen los demás’ es el pan de cada día, y como pueden ‘hablar lo que les da la regalada gana’ la prensa que se autodenomina ‘investigativa’ las colman de solícitas entrevistas y son halagadas como heroínas, adoptan poses como que están perseguidas y después de hablar a diario por todos los canales de TV y cuantas radios se les pongan por delante reclaman: Libertad para hablar.
La tienda política que las aúpa vivió un bochorno con el fraude electoral, en el que sus propios aliados naturales de la derecha tuvieron que hacerse a un lado ya que todo el sainete montado no fue más que una cortina de humo. Lo que les dijeron, dentro de la misma derecha, fueron perlas difíciles de olvidar, ya que por la prensa libre e independiente los calificaron como niños llorones acostumbrados al show y hasta les preguntaron por los $4.000.000 que un sabido se les llevó con el cuento de ‘organizar el cuidado del proceso electoral’, lo que terminó en una puñetiza entre ellos mismos con sacadas de lengua y ojos amoratados.
Ahora vuelven a la carga con un show similar; actores diferentes pero con similar guión, aunque con efecto diferente: se están quedando sin espectadores, y los pocos actores que en el comienzo se prestaron para extras se están quedando tras el telón ya que no quieren ser protagonistas de la ‘crónica de una muerte anunciada’, con el perdón del Gabo. El público ecuatoriano ya ha visto esta obra muchos años, pero en el pasado.
Ing. Salomón Fuentes Vidal, Esp.