El jueves 12 de octubre ocurrió una desgracia que en cualquier lugar del planeta hubiera sido considerada como lo que es, un accidente. Apenas ocurrido el suceso vinieron en seguidilla una serie de comentarios de la prensa con ribetes de morbosa desgracia. Un canal de televisión más tiempo le dedicó a señalar las fallas de la caminera, en tierra firme, o sea dentro de la isla Santay, que al accidente como noticia.

Para la prensa comercial o mercantil o amarilla ya no importaba la noticia como desgracia, el morbo se dirigía a quién ordenó hacer el puente peatonal; quién lo inauguró; formará parte de los sobornos de Odebrecht; que llamen a las histéricas para que lo denuncien en la Asamblea... y así otros disparates por el estilo, dignos de nuestro folklore.

Diligentes burócratas se curan en salud, y, al igual que Poncio Pilatos, declaran: Yo no sabía; yo no estaba ahí, cuál paso peatonal; y dónde queda la Isla Santay? No tenía permiso; no tenía autorización, no era competencia de mi oficina, nosotros solamente damos permiso para ir a la Luna.

Cuando hay este tipo de accidentes debe recurrirse a un informe técnico, una junta de capitanes de la Marina mercante, establecer el sentido de la marea -subida o bajada -  y con esto determinar la velocidad del flujo de la corriente y qué circunstancias hicieron que la nave se estrellara.

Con el informe técnico establecer si la estructura y su comportamiento reúnen las condiciones de seguridad que la ingeniería determina para establecer causas. Los que hemos navegado por años en el río Guayas guardamos el respeto de lo que significa una desgracia de esta naturaleza. Está claro que los noticieros no volvieron a cumplir su misión de informar, lo que hicieron fue politizar un accidente.

Ing. Salomón Fuentes Vidal, Esp.