Hay dos visiones que son las más notorias: la de los llamados “correístas” y la de los opositores. Los “correístas” somos una inmensa mayoría; y lo somos porque hemos vivido con pasión los cambios que nuestro país ha experimentado estos diez años. A unos, muchos, los cambios realmente les han salvado la vida, a otros nos han dado tranquilidad, bienestar, paz… a todos y todas soberanía y dignidad. No voy a enumerar todos los cambios que hemos experimentado con el gobierno del presidente Correa y la RC, un hombre con un carácter, una personalidad y una preparación necesarios para provocar la transformación. Le agradezco inmensamente y le extrañaré profundamente. La semilla está bien plantada.
La otra visión, la de la oposición, la del odio, de la ira, de las mentiras y de la que quiere terminar con el correísmo, es la de todos aquellos que siempre tuvieron el poder económico y político en sus manos; la de aquellos que se olvidaron de dónde vienen y que ahora miran por sobre el hombro a los que no llegaron a su “nivel social” y económico al que llegaron gracias a este gobierno; la de políticos que se quedaron en el camino porque su mediocridad no les permitió ver más allá de sus intereses; la de los colonizados mentales y la de los serviles del hegemon y muchos en verdad inoculados del odio repetido diariamente por las empresas políticas de comunicación. Por su sordera, su ceguera y su egoísmo insisten en gritar que terminarán con el “correísmo”. No lo lograrán. Todos ellos algún día reconocerán la década ganada. Todos ellos también lo extrañarán. (O)
Analucía Sosa