Comprendemos que quienes tuvieron en sus manos la conducción del país, los que con nombres y membretes partidistas diferentes tuvieron la oportunidad de edificar -con sobra de tiempo- un Ecuador distinto, deseen volver a los timones del Estado que, ante datos de la historia, no será para cambiar, sino para volver a navegar en ese mismo mar de incertidumbres e inestabilidades que, con graves falencias, condujeron a nuestra nación al caos institucional. Comprendemos que aquellos añoren el pasado de privilegios, de dolarización, de sucretización de deudas, donde la hegemonía capitalista no tenía límites, donde se cobraba el barril de petróleo en dólares y lo invertían -cuando rara vez lo hicieron- en sucres. Estamos muy claros en comprender que estén planificando el retorno, pues se encuentran rezagados por las reformas laborales, por la falta de contratos para la obra pública, las que antes obtenían sin cumplir compromisos; por la presencia de gente sencilla en clínicas privadas que eran solo de puertas abiertas para ellos (esta atención en esas clínicas al asegurado ha sido aprovechada por los mismos de siempre, pues se ha detectado un atraco millonario); porque no pueden convenir que las servidoras domésticas tengan seguridad social, que puedan, al igual que los conductores de sus costosos vehículos, exigir pago de horas extras y sueldo básico. Estamos conscientes de que deseen volver a manejar las arcas públicas, para mantener los saldos estables en la banca privada. Perdonadme lectores de que afirme esto “de mantener saldos estables en la banca”, ya que, revisando la historia, me he podido percatar de que, en más de treinta años de dominio neoliberal, no se construyeron nuevos hospitales y centros de salud, que rara vez se crearon nuevos centros educativos, y que esporádicamente se construyeron puentes y carreteras; que las oficinas de atención al público estaban en edificios deteriorados y mal equipados, siempre evitando inversión, para que el pueblo sea infrahumanamente atendido. En fin, estamos muy ubicados en entender el ánimo de aquellos. Pero lo que no logramos entender es cómo pueden asegurar ante el pueblo que los gastos en la obra física y social es ‘despilfarro’ y no inversión; la tan alta deshumanización de aquellos que, sin importar la tragedia que han causado fenómenos naturales, arremeten con sofismas contra el Gobierno central, buscando pequeños errores para crear odios y resentimientos. Lo que no podemos entender también es que utilizando ‘periódicos digitales’ por internet sin control, denigren a ciudadanos -no solamente a aquellos que son parte del Gobierno, sino también a terceros- solo por el hecho de estar de acuerdo con los procedimientos del mismo. Se esgrimen mentiras -no únicamente en el manejo de la cosa pública-, sino que se inventan acciones personales privadas, que llegan a la injuria.
Si estos quieren volver, que lo intenten, pero en el plano de la verdad y claro raciocinio. Nosotros sabemos que existen individuos infiltrados que siguen con alma corrupta perjudicando al Estado. A aquellos debe denunciarse para que sean castigados con el rigor de la ley. Con nosotros, siempre la verdad, aunque duela. (O)
Arturo Santos Ditto