Quito, 2 de agosto de 2016
Señor Doctor
Orlando Pérez
Director de diario EL TELÉGRAFO
Guayaquil
De mi consideración:
En días pasados, en mi provincia Loja, se ha realizado una expresión popular, por las calles de la ciudad, de los maestros jubilados en 2008, 2009 y 2010, y al son de una canción: “En vida que nos paguen; de muertos, ya para qué” han reclamado, con sobrada razón, el reconocimiento de sus haberes conculcados por disposiciones erradas de autoridades del Ministerio de Educación, al haberles escamoteado el valor del bono de jubilación de treinta y siete mil dólares, cuando solo se les pagado doce mil dólares o menos.
Me uno al clamor de los profesores jubilados, especialmente a los de la frontera, quienes con sacrificio mayor a los colegas de la ciudad o del centro del país prestaron su invalorable servicio a la educación de la patria, incluso en aciagos momentos de tensiones guerreras en la frontera sur.
Invoco a los poderes centrales, llámese Presidente, legisladores, ministros, etc., para que en acto de justicia se reintegren los valores que se adeudan a los maestros, de conformidad con la Constitución de la República, las leyes sobre la materia y el Reglamento General a la Ley de Carrera Docente y Escalafón del Magisterio Nacional
Que ya no sigan cantando “en vida que nos paguen”, sino el sacrosanto himno de “Centinela del Sur, tu civismo es preclara virtud que deslumbra y tus hijos, valientes y altivos, centinelas son de Ecuador”. (O)
Atentamente
Dr. Alfredo Suquilanda Valdivieso, MSc.