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El Telégrafo

Angostura, la CIA, Uribe y los felones

29 de diciembre de 2013


Que la CIA anduvo en Angostura, cuando el asesinato a los guerrilleros de las FARC, en la Amazonía ecuatoriana, bordea la obviedad. Lo atestigua, con el cinismo propio de los sirvientes del imperio, el exministro colombiano de Defensa. En tiempos de Uribe -el señor de las tinieblas, el del narcotráfico, los paramilitares, las bases norteamericanas y el genocidio- ese crimen y atentado a nuestra soberanía son casi una gota en un océano.

Es bueno, sin embargo, y es legítimo destacar que eso acaba de denunciarlo el propio Washington Post. Y es bueno, también, sospechar que todo es parte de un complot para provocar el fracaso de las conversaciones de paz del Gobierno colombiano con las fuerzas insurgentes, parte de una estrategia global del imperio para recuperar a plenitud el sur díscolo.

Cabe, no obstante, preguntarse si Santos juega a dos ases, pues sus políticas -negarse a la suspensión del fuego mientras dura el diálogo, embarcarse en extraños pactos militares con la OTAN, entrar en ese pacto del Pacífico de claros visos anti-Unasur, etc.- contradicen, de algún modo, la buena fe en las conversaciones de paz.

En un claro análisis sobre el tema, Orlando Pérez concluye su artículo ‘Si la CIA asesinó en Ecuador, ¿quién responde por eso ahora?’ (El Telégrafo, 24.12.2013.) con su demanda de que el gobierno de Obama “le diga al mundo quiénes fueron los responsables de esas acciones y bajo qué condiciones deben ser juzgados. Y ojalá, por acá den la cara sus acólitos”.

Quimeras que jamás van a ocurrir. Obama obedece a la estrategia de las transnacionales, especialmente a los empresarios de las armas, de la guerra y de la muerte, prevaleciente frente a un soñado humanismo suyo.

En cuanto a los felones criollos, en vez de equivocadas expectativas, hay que tener mano dura, pues es obvio que ha de conocerse, desde la inteligencia gubernamental, quiénes colaboraron en Angostura, los mismos, presumiblemente, que otorgaron información a la tenebrosa Chevron.

Y otros que andan sueltos, luego de haber participado en un bobo Congreso de revolucionarios, en Quito, previamente al ataque de Angostura, y de quienes la Comisión de la Verdad identificó como informantes.

Jaime Muñoz Mantilla

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