¿Cómo transitar desde el monocultivo a un modelo agrícola sostenible que conduzca a la seguridad y la soberanía alimentaria? Este es un tema en debate para varias familias campesinas del municipio Briceño, en el departamento de Antioquia, ubicado al noroeste de Colombia.
Hace aproximadamente un año en Briceño, en el departamento de Antioquia, Colombia, comenzaron los trabajos de limpieza y desminado de tierras como parte de un proceso de sustitución voluntaria de cultivos de uso ilícito. El proyecto se incluyó en la agenda de diálogos para alcanzar la paz con justicia social entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP. Además de la limpieza y el desminado de tierras, el proceso incluye el desarrollo de proyectos productivos y contará con el acompañamiento de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Alcanzar los objetivos propuestos solo será posible con una activa participación de la comunidad, comprometida con la sustitución y la no resiembra. Uno de los voceros comunitarios es Adiel Muñoz, un joven de 29 años que ha llegado a Cuba para formarse en el tema de agroecología y agricultura familiar. Desde niño trabaja en el campo, pero hoy, junto a otros líderes, participa en la sustitución de cultivos de uso ilícito por otros comerciales y destinados al autoconsumo familiar en Briceño.
Adiel es parte de un grupo de 45 campesinos y campesinas que desde el 19 de junio confluyen en el Taller de Agricultura Familiar Campesina y Agroecología.
Todas y todos los participantes provienen de experiencias donde se fomentan alternativas al modelo agrícola tradicional, ya sea desde la formación, la producción o la comercialización de alimentos obtenidos a partir de prácticas agroecológicas. La mayoría están inmersos en luchas por la obtención de tierras para el cultivo y el asentamiento de las familias campesinas. Cada uno, como Adiel, tiene una historia de vida marcada por la resistencia, la lucha organizada y, sobre todo, por la vivencia de lo que significa asumir la agroecología como una filosofía de vida compartida.
Con la concepción político-pedagógica de la Educación Popular, en el taller se abordan temáticas como la relación entre ecología, medio ambiente y participación, la soberanía alimentaria y género, sostenibilidad, agroecología, cambio climático, biodiversidad y sistemas de cultivo, manejo agroecológico de suelos y plagas, producción animal, así como la producción y conservación de semillas. Como una expresión práctica de la metodología CaC, la mayor parte de las 20 jornadas del programa transcurrirá fuera del Centro Integral de la ANAP, en la provincia de Artemisa, mientras recorren fincas y cooperativas donde trabajan y conviven familias campesinas cubanas.
El uso de la metodología CaC por la ANAP en Cuba ha generado un movimiento organizado en constante crecimiento, donde se buscan alternativas orgánicas dentro de un modelo agrícola que prioriza la producción y la sustitución de las importaciones para buscar la garantía de la seguridad y la soberanía alimentaria. Conocerla implica para los participantes en el taller un compromiso con la multiplicación en sus países. (O)
Sayonara Tamayo Arjona