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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

“Yo no importo ahora”

10 de abril de 2014

El pasado viernes se conmemoró el cuadragésimo sexto aniversario de la muerte de Martin Luther King, pastor de la Iglesia bautista, activista, líder y defensor de los derechos humanos, una de las figuras más prominentes de Estados Unidos de América.

King se graduó de sociólogo en el Morehouse College (universidad solo para negros), en 1948. Luego logró una licenciatura en Teología del Crozer Theological Seminary en 1951 y obtuvo el grado de doctor en Filosofía de la Universidad de Boston en 1955.

Él es considerado una de las figuras más influyentes del siglo XX y en honor a su nacimiento se celebra en EE.UU. el ‘Día de M. L. King’ el tercer lunes de enero de cada año. En este sentido, el Congreso de Estados Unidos aprobó el proyecto para la celebración de ese día en 1983, el cual fue promulgado como ley por el presidente Reagan.

En el discurso de promulgación, Ronald Reagan expresó que King había despertado algo fuerte y verdadero, y era el sentido de que la verdadera justicia era igual para todos, sin importar las diferencias y sin el uso de métodos violentos. Añadió: “En el ejemplo de su vida amó incondicionalmente. Estuvo en una búsqueda constante de la verdad y, cuando la encontró, la impulsó. Sus campañas no violentas trajeron redención, reconciliación y justicia. Nos enseñó que solo a través de medios pacíficos se consigue la paz social”.  

En 1967, en un discurso pronunciado en la Universidad de Saint Joseph-Filadelfia, King proclamó: “Lo esencial del hombre no es su especificidad, sino sus cimientos; no es la textura de su pelo o el color de su piel, sino su eterna dignidad y su valor”.

Como una premonición histórica, manifestó el 3 de abril de 1968, en el templo del obispo Charles J. Mason, que a pesar de los días difíciles que se vivían por ese entonces con la guerra de Vietnam y las condiciones desfavorables de la economía americana, se sentía optimista en cuanto a que se lograra la equidad entre las personas blancas y negras, así como la búsqueda de la igualdad de oportunidades para la gente de escasos recursos. Y pronunció una frase que lo inmortalizó: “Yo no importo ahora. He estado en la cima de la montaña y he visto la tierra prometida. Puede que no llegue con ustedes. Pero quiero que sepan esta noche, que nosotros, como personas, llegaremos a la tierra prometida”.

Un día después, Martin Luther King fue asesinado en Memphis (Tennessee) por James Earl Ray, mientras se encontraba en el balcón del hotel en donde se hospedaba.

El legado de King sigue siendo un ejemplo a seguir como el referente ideal en la búsqueda de la igualdad plena entre las personas, más allá de sus propias diferencias, así como la constante lucha por el reconocimiento y la defensa de los derechos humanos.  

Este personaje, al igual que otros prohombres de la historia, nos enseñó con su filosofía de vida y los principios que orientaron su lucha, que solo las acciones no violentas permiten lograr los objetivos de paz, justicia e igualdad para todos.

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