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El Telégrafo

Yo, de rector…

02 de septiembre de 2012

En los últimos días, algunos rectores de universidades y escuelas politécnicas del país han expresado su inconformidad con ciertas acciones o inacciones del Consejo de Educación Superior –CES- y de su titular; lo cual me condujo a reflexionar sobre cuál sería mi posición si estaría viviendo este momento histórico, en calidad de rector.

Entonces, de rector pensaría que mis obligaciones fundamentales son garantizar el derecho ciudadano a educación de calidad y entregar a la sociedad soluciones innovadoras a los problemas que enfrenta; en consecuencia, abandonaría la limitada perspectiva institucional y asumiría a mi universidad o escuela politécnica como componente de un Sistema de Educación Superior para generar sinergia en beneficio del país.

Reconocería que ninguna institución de educación superior ecuatoriana alcanza los estándares internacionales para ser catalogada como de investigación. En este sentido, la carta abierta del rector de la Escuela Politécnica Nacional al Presidente de la República es absolutamente desalentadora, expresa conformismo, autoengaño y ausencia de voluntad de cambio. Las nuevas generaciones ya no admiten estos engaños sociales.

Yo, de rector, entendería que para convertir a la institución en una de investigación se requiere especialización, talento humano, infraestructura física, equipamiento tecnológico y experiencia (know how), y emprendería acciones en ese sentido.

Para el efecto, el primer requisito es la especialización, es decir, la definición del tipo de problemas a resolver mediante la investigación y del área de conocimiento a fortalcer con visión transdisciplinaria, esto implica la búsqueda de complementariedad y asociatividad con otras instituciones del sistema, entre ellas las cuatro nuevas universidades en proceso de creación.

Pero para hacer investigación se requiere de investigadores, o sea, de doctores (Ph.D.). En este sentido, la incorporación de alrededor de 10.000 Ph.D. a las instituciones de educación superior A y B en los próximos cinco años es absolutamente factible considerando los proyectos gubernamentales de becas para estudios en el exterior y el de atracción de cerebros (Prometeo).

También se requiere infraestructura y equipamiento tecnológico de punta, para lo cual, de rector, invitaría al Gobierno y a los potenciales beneficiarios de los resultados de la investigación a ser socios estratégicos para financiar la infraestructura física y tecnológica.

Detrás de la carta abierta de la Corporación de Universidades Particulares del Ecuador está la falta de voluntad para invertir y el deseo de algunos rectores de obtener, sin merecerlo, la denominación de Universidad de Investigación o de Docencia a fin de ofertar programas de postgrado sin la calidad suficiente pero con retorno financiero garantizado.

Yo, de rector, reconocería que en un año de operación del CES se ha hecho lo que en 10 años no quiso hacer el extinto CONESUP, dirigido por algunos rectores que hoy protestan añorando un pasado que solo les beneficiaba a ellos.

Afortunadamente la mayoría de la comunidad universitaria y la sociedad en general están alineadas con la transformación profunda de la educación superior, lo que garantiza que los cambios serán irreversibles y nunca más volveremos a ese nefasto pasado. ¿Y tú de rector qué harías?

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