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El Telégrafo

Yasuní y el desarrollo sustentable (II)

26 de agosto de 2013

Según el concepto de desarrollo sustentable, la explotación de una actividad productiva debe generar riqueza (lo económico), mejorar las condiciones de vida de la población (lo social) y preservar la naturaleza (lo ambiental). Hay suficiente evidencia de que, por privilegiar lo económico, se han agotado los recursos naturales y también que la pobreza de la población ha destruido estos recursos. Se ha informado que, con la explotación petrolera, se va a afectar una milésima parte del parque Yasuní. El problema es que, en el área del Yasuní, hay altísima biodiversidad con ecosistemas muy ricos ecológicamente. Estos son un conjunto de elementos, parecidos a la máquina de un reloj, que donde falla uno afecta al funcionamiento de todo el sistema. Si desaparece o se afecta una planta, un animal u organismo se genera una recomposición del ecosistema. Esto es lo que hay que cuidar, que no se afecten gravemente los sistemas naturales, además del problema de la contaminación que es controlable.

El Gobierno está aplicando un concepto pragmático de desarrollo sustentable, alegando que podría extraerse petróleo en la zona del parque, causando poca destrucción de los recursos naturales e impacto ambiental y que con técnicas modernas (perforación horizontal, no apertura de carreteras, etc.) sería mínima la afectación de la naturaleza. Además, que con las rentas del petróleo de dicha explotación se incrementarían los ingresos de los gobiernos autónomos descentralizados, que permitirían la realización de inversión social a más de la acción directa del Gobierno en favor de las comunidades.

Hay que levantar la conciencia ambiental  con argumentos técnicos y ecológicos, pero se  debe rechazar el oportunismo de los políticos de turnoEn el artículo anterior dije que la explotación Yasuní debe ser una decisión colectiva. No sé si por coincidencia hay una exposición de réplicas de dinosaurios en la Av. Naciones Unidas, en Quito, en el parque La Carolina. Parece que estos han revivido, pues a la consulta popular quiere dársele un tinte político y oportunista. Han aparecido grupos de ambientalistas y estudiantes que se oponen a la explotación del Yasuní y políticos que apoyan la consulta popular para ganar popularidad ante la cercanía de las elecciones seccionales. Quieren pescar a río revuelto. Hay que levantar la conciencia ambiental colectiva con argumentos técnicos y ecológicos, pero debemos rechazar el oportunismo de los políticos de turno.

La iniciativa Yasuní es innovadora, pues al mantener en tierra el petróleo se evitaba que se lanzara a la atmósfera gases invernadero (dióxido de carbono) y se mantenía intacta la naturaleza. Pero los países desarrollados no aportaron fondos a la iniciativa, incluido Alemania. Recordemos que EE.UU., Rusia, Japón y Canadá no respaldaron la prórroga de la vigencia del Protocolo de Kioto (2013-2020) que busca reducir las emisiones de gases invernadero que provocan el calentamiento global. Doble moral.

Si hay conciencia y compromiso ambiental, en la consulta oopular debe exigirse, si se explota el Yasuní, el  levantamiento de una línea base, medidas para preservación de  los recursos naturales, auditorías ambientales externas y sistemas de gestión ambiental que incluyan medidas de prevención y remediación ambiental e inversión en la gente.

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