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El Telégrafo

Yasuní ITT y las veleidades del consumo

19 de agosto de 2013

A propósito de la decisión presidencial de poner fin a la Iniciativa ITT, se ha develado un juego de moralidades e imaginarios virtuales sobre el Yasuní. Por un lado, la oposición de derecha y las izquierdas desde el principio buscaron que la Iniciativa fracase para atacar al Gobierno bajo el argumento de que a éste nunca le interesó realmente este proyecto. Por otro lado, se desarrolló una visión moralista más que ética-política acerca de la Iniciativa desde una posición aparentemente ecologista, es decir, que se ha apoyado el proyecto pero no se cuestiona el modelo de consumo que tenemos.

Queremos que la Iniciativa funcione, que se preserve la biodiversidad pero sin renunciar al modelo de consumo de bienes y servicios, más aún, lo de carácter suntuario. Ciertas movilizaciones en contra de la decisión lo que han hecho es criticar, construir narraciones más que acciones concretas; esperando casi mágicamente que la Iniciativa por sí misma calara en lo internacional y nada más; pero en lo nacional habría que ser fuertemente autocríticos para saber cuánto se hizo para modificar el sistema de producción y consumo, sino lo que ha pasado es que el Yasuní se mistificó, se cosificó, etc., de tal manera que lo que se entendía del mismo era simplemente un conjunto de efectos mediáticos, mapas, cartografías, etc.

Por ejemplo, aún persiste desde las grandes ciudades una visión de lo amazónico como un espacio más de territorio que de manera estática contiene diversidades de vidas, como congeladas, sin movilidad. Cuando el Yasuní es una estructura dinámica, movible ecosistémicamente. Pero los consumidores de estos referentes parece que se han movido con una imagen de postal turística.

La Iniciativa Yasuní ITT, comprendemos, dependía de la reacción racional de los países más contaminadores del mundo y de sus sociedades civiles, pero ya vemos lo que ha pasado. Sabemos que la crisis financiera afectó seriamente la sostenibilidad de la propuesta, pero también, a la ciudadanía de los países ricos no les interesa modificar sus sistemas de producción y peor de consumo.

Pero más crítico es adentro de nuestro país, cómo ciertos sectores de clase media reaccionaron, criticaron, insultaron, etc., pero eso sí no han tocado nada de sus privilegios en relación a los sectores más pobres y humildes. Fácil resulta para ciertos sectores criticar esta decisión, pero lo que sabemos es que este país, para un cambio estructural, necesita esos recursos inteligentemente utilizados para profundizar el socialismo.

Pero con todo hay que estar preparados para responder a los ataques de los sectores más acomodados, como aquellos que usufructuaron del desmantelamiento del sistema del ferrocarril, que han vivido de la mercantilización del turismo para los sectores más ricos de las élites burguesas del primer mundo.

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