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El Telégrafo

Yagé

03 de septiembre de 2013

El yagé o ayahuasca es una planta trepadora de aspecto corriente, pero también una droga alucinógena a la que se le atribuyen virtudes de agudización de la imaginación y de los poderes telepáticos.

La buscaba el escritor William Burroughs cuando viajó por la Amazonía y recaló en Guayaquil. En un carta a Allen Ginsberg fechada el 5 de mayo de 1953, habla de un restaurante chino que se llama La Asia, y dice que los chavales venden Luckies en la calle gritando "A ver, Luckies".

Y se pregunta: "¿Seguirán diciendo ‘A ver, Luckies, dentro de cien años?’". Busco, sesenta años después, a esos vendedores, y los encuentro en la avenida 9 de Octubre, pero suelen ser vendedoras las que reclaman la atención de los paseantes sin palabras y haciendo ruido con una matraca, que de tanto en tanto golpean contra el cajón donde portan caramelos y tabaco. Hoy venden Marlboro, Líder y Lark, y hay quien los para y compra un solo cigarrillo, aunque los fumadores son una especie en extinción en Ecuador, que grava el tabaco con un impuesto del 150% sobre el precio de venta. En el año 2013 son los vendedores de recargas y tarjetas telefónicas los que utilizan la expresión que llamó la atención de Burroughs: "A ver, recargas, tarjetas, CNT, Claro, Movistar", acaso porque los teléfonos móviles son el yagé de nuestros días.

Y así vivimos los ciudadanos: como telépatas que nos contamos a todas horas una vida imaginaria.

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