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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Volvieron a Cuba

20 de diciembre de 2014

En una alocución de 2001, Fidel Castro se refirió a los cinco cubanos apresados en Estados Unidos que lograron infiltrarse en los círculos más reaccionarios del exilio, desde los cuales, en forma permanente, se planeaban y realizaban acciones terroristas contra Cuba. Dirigidos por personajes siniestros, como Posada Carriles, que  no vacilaron en hacer explotar un avión en pleno vuelo con 76 personas a bordo, programaban continuas provocaciones incursionando en el espacio aéreo cubano, contratando mercenarios para colocar bombas en hoteles y otros lugares turísticos, a más de alentar a grupillos contrarrevolucionarios a través de donaciones económicas, con el fin de causar problemas al interior de la isla.

En ese contexto, cinco ciudadanos decidieron sacrificar vida y familia, para introducirse en el ‘corazón de las tinieblas’ y conocer sus planes, muchos de ellos criminales, contra su país. Para lograrlo, protagonizaron acciones novelescas, como llevar un avión hacia Miami o arribar a nado a la base de Guantánamo, a fin de conseguir el asilo y la confianza de aquellos grupos. Nunca realizaron actos de espionaje contra el Gobierno de Estados Unidos; su afán fue prevenir futuros ataques contra Cuba.

Descubiertos tras una acción innoble de las autoridades americanas, fueron sometidos a juicios, que fueron verdaderas farsas jurídicas en Miami, lugar en el cual residen los más enconados enemigos de la Revolución. Como resultado, recibieron sentencias por decenas de años y a dos de ellos se los condenó a doble cadena perpetua. Aislados, en condiciones miserables, sin tener acceso a la visita de familiares y aun de sus abogados, soportaron dieciséis años de cárcel. Durante ese largo lapso dieron permanente ejemplo de entereza y dignidad.

El Gobierno y pueblo cubanos se movilizaron en todas las formas posibles para conseguir su liberación. La causa de los Cinco, como se los llamó, concitó la atención y solidaridad mundiales. No hubo foro en el cual participara Cuba, en el que no se solicitara y obtuviera la adhesión de todos los que se enteraban de la absurda y cruel pena impuesta. El eminente cubano Ricardo Alarcón encabezó la cruzada que en Estados Unidos y en todas partes evidenció el írrito y parcial procedimiento de la justicia norteamericana.

Al cumplir sus condenas retornaron a su patria René y Fernando González. Quedaron en prisión Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y Ramón Labañino. Los ya liberados siguieron considerándose encarcelados al igual que ellos, pues su libertad solo sería efectiva cuando todos volvieran a los brazos de su isla, por cuya paz y bienestar habían entregado todo.

Hoy nos sorprende la increíble noticia de que los ausentes están nuevamente en su casa, junto a sus familias y en el seno de un pueblo que nunca los olvidó y que logró, con su lucha incansable, rescatarlos. La promesa de Fidel está cumplida. Ellos volvieron a un país que, en palabras del intelectual cubano Andrés Marí-hoy residente en España-, “mantuvo su dignidad a la altura de la historia que lo hizo libre”.

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